Haz click aquí para copiar la URL
España España · C/ Mía, nº 3, 1º A
Voto de Dromedario:
2
Drama Diana Díaz (Elsa Pataky), una ambiciosa joven que sueña con triunfar como actriz en Hollywood, está dispuesta a todo con tal de conseguirlo. Harta de trabajar sirviendo copas en una discoteca, se va a Miami, pero tampoco allí las cosas son fáciles y sólo encuentra trabajo en la grasienta cocina de un restaurante cubano. Allí, conoce a Nora (Giovanna Zacarías), una cantante aventurera con la que entabla una gran amistad, y a Robert (Luis ... [+]
28 de julio de 2011
59 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Minuto 28:38, aproximadamente [Nota: atención a la canción escogida para acompañar la secuencia]

Elsa Pataky sube por las escalerillas de una piscina mientras disfruta de un baño apasionado. En el peldaño superior el galán le quita los pantalones impidiéndole salir del agua. Ahora se encuentra completamente desnuda. O eso parece. La cámara, en ese momento de ascensión culinaria, la ha enchufado por detrás –no equivocar con sexo anal– apareciendo “algo” entre los glúteos. Al principio, pensé que este ovni (objeto vaginal no identificado) era un salvaslip de ángulos rectos, pero, al no verlo posteriormente a flote ni tintarse el agua de rojo, intuí que este personaje femenino había fortalecido los músculos del suelo pélvico durante cierto período de tiempo, de febrero a septiembre de aquel año, más o menos, y ahí custodiaba los escasos apuntes de guion.

Llegados a este punto de elucubración recordé las palabras de Bigas Luna en una entrevista:

“Hay unos planos que son un regalo para el espectador. Dicen que ella es la mujer más deseada por todos los españoles. Pues hay una secuencia en el que un maníaco la envuelve en papel transparente. Esas imágenes pasarán a ser de las más importantes de mi carrera dentro del mundo del erotismo”.

El director, con las declaraciones anteriores, parecía indicar que su obra está repleta de simbolismos carnales. Y, por tanto, que esta confusa secuencia era otro regalo de erotismo fetichista con adherencia clitoriana. Surge de esta manera una nueva duda sobre cuál es el objeto misterioso. Las opciones barajadas fueron: una pitillera, 120 gramos de sepia y un router última generación de Telefónica.

Al final rebobiné, aunque aclaro que no fue para recrearme, sino para investigar asunto tan complicado. Sin embargo no hallé respuesta satisfactoria. Pero reflexioné sobre ello, que es una de las metas que busca el séptimo arte. De ahí mi eminente nota.
Dromedario
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow