Esta película es una gigantesca broma de sí misma, puesto que cuenta las dificultades de un personaje del siglo XXI por acoplarse a las experiencias vitales de su antepasado del siglo XV y a la película no sólo le cuesta tanto o más, sino que fracasa en el intento.

No entraré en absurdos históricos como en lo malvados que eran los reyes cristianos (aunque esa reina con una pinta más propia de Mad Max...) frente a los moritos buenos de Granada, puesto que es ficción y pueden hacer lo que les plazca. Hasta burlarse de la historia del noble Guzmán el Bueno en Tarifa cambiándola de bando.

El problema es que en la historia del pasado no te cuentan absolutamente nada para cimentar al personaje, es complicado empatizar con un acróbata de parkour del que sólo sabes el nombre. 20 minutos jugando con Ezio Auditore tienen más fondo y guión que la película.

Por contra en la historia del futuro todo es una sucesión de frases huecas y desvaríos de gente que están de vuelta de todo. Pero tan mal entretejida que los cambios de parecer del protagonista parecen simples caprichos del momento.

Tremendo resbalón el de esta película, que se convierte en una persecución alocada de un juguete cuyo significado sólo entendemos los que hemos jugado a la saga, porque en la película se explica todo fatal.

Aburrido hasta el tuétano sólo deseaba que los templarios arrasaran con todos, incluído el equipo de rodaje, como ocurría en la película de los Monty Pyton.