¿Dónde quedaron esos fantásticos finales de “cine”? No recuerdo cuándo fue la última vez que fui a un estreno y salí realmente sorprendido ante un final completamente inesperado y apoteósico. Justo esa ha sido la sensación que he tenido al salir de ver “La Cumbre Escarlata”, el último trabajo de Guillermo del Toro, un filme con un montaje temporal por evocación, o flash-back, en el que si a los escasos minutos del comienzo le sumas el tráiler oficial, y teniendo imaginación y un poco de picardía, ya está todo resuelto.

No obstante, del Toro nos ha vuelto a dar una lección de buen hacer, estética y buen gusto. Y es que no es sencillo enfrentarse a este género de “terror” gótico-romántico, cargado de una infinidad de detalles a menudo imperceptibles, pero que en su suma, conforman una verdadera obra de arte.

La elección de las localizaciones, los decorados o el impecable trabajo de peluquería, maquillaje y caracterización, hacen de “La Cumbre Escarlata” una obra ejemplar, reflejo de un enorme trabajo de preproducción que la mayor parte de los espectadores obviamos, pero que en realidad son los responsables, en un gran porcentaje, del éxito o del fracaso de cualquier producto audiovisual.

Si bien todo director tiene una personalidad en constante evolución, Guillermo del Toro no deja de evolucionar y de sorprendernos. Me atrevería a decir que nos ha mostrado su cara más creativa y sofisticada, con una estética que puede llegar a recordar a un Tim Burton en su versión más elegante. Y hablando de elegancia, ¡qué planos y qué movimientos de cámara más bien logrados! Enorme el lenguaje visual, de lo mejor.

Destacar lo acertado de la B.S.O. de la mano del español Fernando Velázquez, acompañando a la acción en todo momento, como si fuese parte del propio guión literario, otra parte del diálogo.

Es el cuarto filme en el que Guillermo del Toro se encarga de la producción, del guión y de la dirección, y sin duda aquí ha obtenido uno de sus mejores resultados, aunque desgraciadamente tan sólo había 7 personas en la primera sesión del día del estreno en los cines de IntuAsturias, en Oviedo.

En definitiva, aunque la trama no tenga gran complejidad y el final sea predecible, la acción se hace entretenida y muy llevadera gracias a todo lo demás, es una película para disfrutar de los pequeños detalles más que de los fantasmas o los romances.