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España España · Barcelona
Voto de Juankiblog:
1
Drama Narra la leyenda de Otger Cataló y de los orígenes de Cataluña. (FILMAFFINITY)
10 de junio de 2017
121 de 133 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amistades del director, parte del equipo técnico, mecenas de la campaña de Verkami con la que se financió el film y otros invitados formaban una enorme cola frente al Aribau Club hasta dar la vuelta a la calle. Casi todos vestidos con sus mejores galas, contrastando fuertemente con mi camiseta de Cálico Electrónico, mis vaqueros rotos, mi bandolera y mi aspecto desaliñado.

Ante todo, las cartas sobre la mesa: soy el equivalente de la crítica cinematográfica al típico cuñao que baila en las bodas. No es que tenga ningún tipo de conocimiento sobre cine y menos aún un criterio a tener en cuenta.

Oía murmullos por aquí y por allá: gente comentando el enorme trabajo que ha llevado producir la película, un par de incautos que no parecían saber muy bien dónde se metían buscando en Wikipedia información poco antes de entrar en la sala y a un señor muy motivado diciéndole a sus amigos que Pàtria sería una mezcla entre El nombre de la rosa y Braveheart a la catalana.

Al entrar, me preguntaron si llevaba acompañante. Qué más quisiera yo. Al menos, me consolé pensando en que al no ser un pase de prensa matinal podría comer palomitas cual gorrinazo. Al comprar el bol y la bebida más grandes del menú, caí en la cuenta de que seguramente era la única persona que había comprado palomitas aquella tarde y de lo gañán que iba a quedar. Pero ya era tarde para los arrepentimientos.

Buscando asiento, el acomodador me prohibió el paso a las butacas más apetecibles que quedaban libres y me sentó en el peor lugar de toda la sala. Como llegué tarde por haberme entretenido comprando las palomitas tampoco había mucho sitio donde escoger. Lástima que tuviera que tocarme precisamente al lado de un señor más rancio que el programa de Bertín Osborne. Al verme colocar la bebida en el posavasos y haciendo malabares para sentarme sin tirarme las palomitas encima, noté cómo su mirada fulminante no expresaba otro pensamiento que no fuera «joder, putos millennials…».

Entró en escena Joan Frank Charansonnet, director de la película y la clase de persona que claramente ha editado su propia página de Wikipedia. No, en serio, echadle un ojo. Hay un cero por ciento de posibilidades de que la haya escrito alguien que no sea él mismo. Se puede ser más sinvergüenza, sí, pero hay que entrenarse a fondo. Sus primeras palabras fueron de agradecimiento hacia todos los presentes, las segundas fueron para quejarse de la gente que había ido a comprar palomitas.

Nos contó que el proyecto de Pàtria nació de un sueño por no sé qué cosas de su abuela, que el proceso había sido muy gratificante a la par que duro y nos pidió al público que si nos gustaba la cinta (y si no, también), repitiéramos el día del estreno y pagáramos por verla. Instantáneamente después de dicha petición, hubo un aplauso ensordecedor. Supongo que fue la sutil forma de los asistentes de decirle que no, que ni de coña íbamos a volver a verla y menos aún pagando. Pero de buen rollo, eso sí. Aquel aplauso era lo único con lo que le íbamos a recompensar el esfuerzo.

Su discurso terminó, como no podía ser de otra manera, con un pequeño alegato a la independiencia de Cataluña. Durante unos segundos temí que la cosa pudiera ponerse demasiado reivindicativa y nuestro presidente tuviera que tomar cartas en el asunto sacando los tanques a la calle e irrumpiendo en la sala para salvaguardar la unidad de España. Obviamente no ocurrió nada de eso, pero después de hora y pico de sufrimiento casi hubiera preferido a los tanques.

Pàtria nos cuenta la poco conocida leyenda de Otger Cataló, personaje de quien se dice que deriva el nombre de Cataluña. Los problemas principales de esta leyenda son que ni había dinero para contarla bien ni su historia daba para llenar 100 minutos. Por tanto, la mayor parte del metraje consiste en una trama paralela en la que un noble catalán pasa sus últimos días en un monasterio contándoles esta leyenda a un grupo de monjes que se encargarán de transcribir sus palabras para que puedan transmitirse a futuras generaciones.

Aquí sí. Aun a riesgo de quedar como puto millennial, reconozco que casi me dormí nada más empezar. Los primeros veinte minutos de la primera película épica catalana de la historia consisten principalmente en dos señores mayores hablando de sus movidas en un monasterio. Y debido a un insufrible doblaje (en la propia versión original catalana, ojo) costaba horrores seguir el hilo de la conversación. No es que necesite estímulos visuales loquísimos ni escenas de acción cada cinco minutos —disfruto como el que más de propuestas como The Young Pope—, pero si como director quieres jugártela a empezar tu obra con un ritmo pausado, por lo menos sería un detalle que se entendieran los diálogos.

Dentro del monasterio tienen lugar unas cuantas subtramas que no sólo no van hacia ninguna parte sino que además parecen totalmente fuera de lugar. Desconozco cuál sería la intención del director a la hora de contárnoslas y cómo encajan temáticamente con el resto de la cinta. Quizá me perdí algo. Quizá sólo querían llenar minutos a toda costa. Hay que admitir que estas escenas provocaron la mayor parte de las risas incómodas del público y que seguramente fueran los únicos momentos realmente disfrutables del film, ni que fuera sólo por la comedia involuntaria.

Hay que decir que el señor de la cola tenía razón. Pàtria es, en efecto, un cruce entre El nombre de la rosa y Braveheart. El problema es que se parece a la primera en las escenas dobladas para DVD de la versión extendida y a la segunda si estuviera producida por The Asylum. No me gusta echar leña al fuego, de verdad que no. Sé que el presupuesto no habrá sido precisamente holgado y que la cosa no daba para más. Eso podría justificar lo parcas que son las escenas de batalla, con apenas tres o cuatro extras dándose tortas de fondo, pero no el exceso de cámara lenta, la falta total de imaginación y la pereza en las coreografías.

Sigo en spoilers, sin spoilers.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Juankiblog
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