Irregular película de robos y atracos a la inglesa, e irregular no tanto por la interpretación de unos actores que, dentro de lo que cabe, se muestran convincentes, como por la resolución de la historia, harto inocente y sin ningún sentido. Vale que el espectador tenga que saber el qué y el cómo, pero que todo se produzca de esa manera tan candorosa quita empaque y verosimilitud a lo anteriormente visto.

Y es que un grupo de amigos postadolescentes se encuentran en medio de la diatriba de tener que efectuar un robo a un matón que implicó a uno de ellos en un caso de drogas por el cual pagó con un año de cárcel. La venganza, claro, está servida fríamente, y allí los cuatro muchachos planean cuál puede ser la mejor manera de hacerle pagar. El futuro: un coffee shop en Holanda, destino halagüeño y productivo, a la vez que atrayente. La maraña intrigante que desprende Rowan Athale no está mal, salvo al llegar a un desenlace en que todo el plan queda al descubierto de la manera más tonta, a modo de confesión innecesaria del cabecilla a un policía que actúa igualmente de la manera más tonta.

'Wasteland' no proporciona más que entretenimiento momentáneo, una ocupación ilusoria y sin ninguna trascendencia y, por supuesto, olvidable a las primeras de cambio. Quizá otro tipo de público (uno adolescente) podría disfrutarla más. No es mi caso.