El prometedor Mike Cahill (Connecticut, 1979) ganó en 2011 el Festival de Sundance con su notable ópera prima "Otra Tierra". Ahora, tres años mas tarde y con un estilo más pulido, logra el premio a mejor película en el Festival de Sitges además del Alfred P. Sloan Feature Film Prize en Sundance (premio anual que se entrega a la mejor película con temática científica) con su segunda película, la que nos ocupa, "Orígenes".

"Orígenes" proclama un cine de autor interesante que mezcla la ciencia-ficción con el drama romántico y la metafísica, una película por descubrir que puede llegar a pecar de ciertas ínfulas pretenciosas con su aire final a new age, pero que está realizada con mucha delicadeza y cuidado, incluso con una dulzura muy pintoresca y audaz. La película, escrita y producida también por el propio Cahill narra como un científico biomolecular busca consolidar sus creencias ateas a través del descubrimiento de los orígenes de una teoría evolutiva del ojo, órgano complejo que esgrimen los creacionistas como indicativo determinante de la existencia de la creación divina. Durante su investigación, Ian Gray (Michael Pitt) conocerá a una misteriosa joven llamada Sofi (interpretada por la preciosa actriz hispano francesa Astrid Berges-Frisbey) poseedora de un singular ojo multicolor y de la que se enamorará perdidamente. La cinta navega entre las aguas de la investigación que Gray realiza en su laboratorio junto a su compañero y amigo Kenny (interpretado por el famoso actriz de origen asiático de "The walking dead", Steven Yeun), y a la becaria Karen (Brit Marling, amiga y actriz fetiche de Cahill); y el poético romance que vive con Sofi. Un hecho concreto realizará un giro importante en la trama y modificará la vida de los protagonistas más de lo que ellos hubieran creído.

"Orígenes" está filmada abundando en los planos desenfocados y los invasivos primeros planos. Realiza un mosaico destacado a través de los diversos iris que se muestran y realiza una destaca utilización de la luz, fundamentalmente en la primera mitad de la cinta. La segunda parte se hace más convencional y busca emocionar, cayendo en una mayor pedantería que no es excesivamente molesta pero si que resta en mi opinión del resultado final. A pesar de esto que indico recomendaría su visionado, sobre todo para aquellos que no teman descubrir ese otro cine menos popular pero con una mayor esencia. Las interpretaciones son correctas, destacando la belleza de la políglota Astrid Berges-Frisbey, y con un menor peso de Steven Yeun, el personaje que menos aporta a la historia. Michael Pitt se consolida como un actor todoterreno con enorme proyección y al que le van como anillo al dedo los personajes bohemios y atormentados muy propios del cine indie. Por cierto indicar que deben quedarse hasta el final de los títulos de crédito pues encontraremos una interesante escena final.

Un ambicioso drama científico y emocional que toca la poesía y termina por plasmar un espiritualismo excesivamente cool.

Lo mejor: La realización y su potente primera parte. El interés que despierta en el espectador.
Lo peor: Busca demasiada trascendencia.

Valoración:
Banda sonora: 6
Fotografía: 7,5
Interpretación: 6,5
Guion: 7
Dirección: 7
Satisfacción: 6,5
NOTA FINAL: 6,75

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