Me he llevado una decepción. Clint es uno de mis directores favoritos, pero en esta ocasión ha patinado. Y no será por no contar con buenos ingredientes: un personaje histórico de biografía apasionante; un excelente actor como Freeman; un emotivo vínculo entre deporte y política, que siempre da mucho juego; un puñado de buenas intenciones y la defensa de unos valores contra los que difícilmente alguien puede estar en contra (salvo nuestra mugrosa clase política, quizá)… pero no.

Desde el momento en el que Damon se entrevista con Mandela en el despacho presidencial, la película va a la obviedad más anodina, y tanto rugby como populismo bienintencionado se adueñan de la pantalla. La película cae en picado. Me duele decirlo, pero creo que es la peor película de Eastwood, uno de los pocos directores de los que he visto absolutamente todo. Sus primeros filmes eran flojos, irregulares, pero frescos y anticipaban talento. Esto me ha parecido un burdo publirreportaje para una campaña política, un perfecto ejemplo de cine cómodo que un director consagrado y en los últimos años de su carrera no tenía por qué haber realizado.

En fin, veo que a mucha gente le entusiasma, aunque yo creo que más por los valores que propugna que por la calidad intrínseca de la obra que, sinceramente, me parece floja. Al menos para un gran cineasta como Eastwood. Con decir que me gustó bastante más ‘Invincible’, queda dicho todo. Otra vez será, Clint.