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Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
8
Drama. Bélico Huyendo de la guerra civil que asola su país, Jan y Eva Rosenberg, dos músicos, se van a vivir a una isla, completamente apartados del mundo. Llevan una vida sencilla y apacible, preocupados únicamente por la música. Hasta que un día llegan unos soldados y todo cambia radicalmente. La pareja es arrestada bajo la acusación de colaborar con las fuerzas rebeldes. Al frente de la unidad militar que tiene la misión de defender la isla está ... [+]
3 de junio de 2009
69 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
El 99 % de los que escribimos en esta página no tenemos ni zorra idea de lo que es una guerra. Básicamente porque jamás hemos vivido una desde dentro. De nada sirve que hayamos hecho la mili o que nos hayamos puesto tibios a base de cine bélico. Tampoco sirve de mucho que hayamos hecho turismo en zonas seriamente afectadas por conflictos armados o que hayamos escuchado tropecientas mil veces las batallitas del abuelo Baldomero. El estruendo de las bombas o el aroma del napalm mezclado con el de la carne quemada debe ser horrible, seguro, pero si todo eso no se percibe en primera línea de fuego nuestras sensaciones al respecto no dejarán nunca de ser una atroz suposición.

Películas como “La vergüenza”, sin embargo, nos sitúan con inmisericorde premeditación en el epicentro del horror porque no solo se limitan a mostrarnos su faceta más efectista (explosiones, fuego, hambre, pánico, sufrimiento, muerte...) sino porque se atreven a profundizar -y de que manera- en muchos de aquellos efectos colaterales que una guerra sobrelleva a nivel familiar o conyugal. Porque la guerra no sólo constituye un contexto propicio para actos denigrantes y/o heroicos. Ni mucho menos. La guerra nos envilece. La guerra constituye un inmejorable caldo de cultivo para multitud de pequeñas (o no tan pequeñas) canalladas y es capaz de devaluar nuestros principios morales hasta límites insospechados. Pues bien, esa vergüenza, esa infamia, es la que consigue plasmar Bergman de forma magistral. Sin reticencias ni paños calientes. Diseccionando nuestros temores y nuestras miserias con la frialdad y la precisión de un cirujano. Del resto se encargan dos enormes actores (Ullmann y Von Sydow) y su fiel escudero, Sven Nykvist. El fotógrafo del alma.

Recomendable para cualquier cinéfilo en general y, sobre todo, para aquellos que se estén planteando seriamente perder la virginidad con el sueco.
Taylor
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