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Voto de OsitoF:
1
2,2
18.412
Drama
Un grupo de chicos se prepara para lo que va a ser el verano de su vida, entre secretos, mentiras, ligues, sexo, confusión y juergas. La mayoría no son conscientes de que, una vez emprendido ese viaje iniciático, no hay marcha atrás y de que las mentiras, al crecer, pueden tener consecuencias nefastas.. (FILMAFFINITY)
25 de septiembre de 2009
73 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sabía, desde que vi el trailer y los carteles promocionales en las marquesinas, que “Mentiras y gordas” era un truño (a estas alturas, me basta con ver un par de planos y un par de entrevistas para percibir el tufillo a castaña podrida). Teniendo cerca de cincuenta películas por ver, lo que hizo que la pusiese la primera de la lista por encima de películas decentes fue el hecho de que su guión estuviese firmado por nuestra flamante ministra de cultura, Ángeles Gonzalez-Sinde. Si en su día no pude explicarme como una semidesconocida guionista ha podido ser nombrada ministra, ahora sí que alucino en colores.
No sé qué es más escalofriante, si el hecho que el Ministerio de Cultura esté sus manos o que previamente le hubiesen ofrecido el puesto a Miguel Bosé (España siempre tan vanguardista). Sea como sea, el caso es que el destino de las artes españolas está en manos de una persona que piensa (y seguramente promoverá actuaciones y leyes en ese sentido) que la juventud española es gilipollas por naturaleza y su comportamiento se reduce a empastillarse con todo, follar con cualquiera y bailar a todas horas. No nos extrañemos de que a partir de ahora las subvenciones se destinen a macrodiscotecas o a fomentar el hip-hop en las aulas.
En el plano puramente cinematográfico, “Mentiras y gordas” es, con diferencia, la peor película que he visto en mucho tiempo. Imaginad la peor comedia de tipo “Scary Movie” que se os ocurra y el episodio más imbécil de “Física o Química". Pues ésto es mucho peor. Es un TRUÑAZO y gordo, con un guión superficial, cutre y oportunista, dirigido por unos aficionados con pretensiones y protagonizado por una generación de actores para olvidar. Nivel de truño: a su lado “Yo soy la Juani” es un referente social.
Lo peor son las supuestas intenciones moralizantes y de denuncia; la pretensión de ministros, guionistas y directores de conocer mejor que nadie a la juventud española, sus problemas y motivaciones. Falso. Han hecho un refrito de series juveniles y de artículos de la ‘Ragazza’, para envolverlos en desnudos, chunda-chunda, drogas y diálogos de todo a 100 con muchos “o sea” y muchos “jo tío”. ¿El resultado? una farsa que provoca risa de tanto ridículo. Un ejemplo: en un momento de la película, para intentar dar dramatismo a la cosa, los directores decidieron poner la escena a cámara lenta… pero en lugar de grabar y luego meter la cámara lenta en postproducción son los propios actores los que empiezan a moverse despacio y a decir “N-N-N-O-O-O…".
Infame, pero es inevitable no reírse de lo mala que es igual que es imposible no reírse con vídeos de primera de tropezones o caídas. En el spoiler hago una breve descripción de los principales protagonistas porque entendiendo la dimensión de los personajes os haréis una idea de la profundidad del truño. Sólo pongo los que me acuerdo aunque el resumen es el mismo para todos: todos son igual de malos y todos se despelotan.
No sé qué es más escalofriante, si el hecho que el Ministerio de Cultura esté sus manos o que previamente le hubiesen ofrecido el puesto a Miguel Bosé (España siempre tan vanguardista). Sea como sea, el caso es que el destino de las artes españolas está en manos de una persona que piensa (y seguramente promoverá actuaciones y leyes en ese sentido) que la juventud española es gilipollas por naturaleza y su comportamiento se reduce a empastillarse con todo, follar con cualquiera y bailar a todas horas. No nos extrañemos de que a partir de ahora las subvenciones se destinen a macrodiscotecas o a fomentar el hip-hop en las aulas.
En el plano puramente cinematográfico, “Mentiras y gordas” es, con diferencia, la peor película que he visto en mucho tiempo. Imaginad la peor comedia de tipo “Scary Movie” que se os ocurra y el episodio más imbécil de “Física o Química". Pues ésto es mucho peor. Es un TRUÑAZO y gordo, con un guión superficial, cutre y oportunista, dirigido por unos aficionados con pretensiones y protagonizado por una generación de actores para olvidar. Nivel de truño: a su lado “Yo soy la Juani” es un referente social.
Lo peor son las supuestas intenciones moralizantes y de denuncia; la pretensión de ministros, guionistas y directores de conocer mejor que nadie a la juventud española, sus problemas y motivaciones. Falso. Han hecho un refrito de series juveniles y de artículos de la ‘Ragazza’, para envolverlos en desnudos, chunda-chunda, drogas y diálogos de todo a 100 con muchos “o sea” y muchos “jo tío”. ¿El resultado? una farsa que provoca risa de tanto ridículo. Un ejemplo: en un momento de la película, para intentar dar dramatismo a la cosa, los directores decidieron poner la escena a cámara lenta… pero en lugar de grabar y luego meter la cámara lenta en postproducción son los propios actores los que empiezan a moverse despacio y a decir “N-N-N-O-O-O…".
Infame, pero es inevitable no reírse de lo mala que es igual que es imposible no reírse con vídeos de primera de tropezones o caídas. En el spoiler hago una breve descripción de los principales protagonistas porque entendiendo la dimensión de los personajes os haréis una idea de la profundidad del truño. Sólo pongo los que me acuerdo aunque el resumen es el mismo para todos: todos son igual de malos y todos se despelotan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Paz. Sus problemas de sobrepeso provocan el juego de palabras del título “Mentiras (pausa) Y GORDAS”. Se pasa la película comiendo y quejándose de que engorda. Enseña las tetas.
Toni. Se avergüenza de su padre, que ha cometido el terrible pecado de quedarse sin curro. No sabe qué hacer con su vida y duda entre a) pasar de todo, b) traficar con pastis o c) ir a una fiesta rave. Por supuesto, estudiar o trabajar ni se lo plantea. Enseña la chorra y el culo. Es la metáfora de la incertidumbre juvenil ante el futuro.
Leo. Modelo y marimacho que piensa, ella sabrá por qué, que tiene un cuerpo de la leche. Enseña las tetas y representa la juventud truncada por una madurez forzosa. Sigo sin entender por qué dice que su cuerpazo le ha ocasionado tantos problemas. Es lesbiana cuando le sale de los cojones y cuando no, no. Encuentra su alma gemela en Marina, pelirroja, fea y creída. Enseña un poco las tetas en la asombrosa escena en la que Leo le come el coño mientras ella lo narra con cara seria como si estuviera en el oftalmólogo: “Ah, pues mira que bien, nunca me habían comido el coño, oh, uh, pues no esta mal, ah, oh, pues creo que me gusta, uh, ah, luego tengo que pintar el techo, ah…”
Carola. También va de tía buenorra, pero en este caso, con toda la razón. Se cree situada en un plano moral superior a sus compañeros que le permite decirles continuamente que están desperdiciando sus vidas. Cuando no está muy liada mirando a los demás por encima del hombro, se dedica a enseñar las tetas y parte del culo, robarle el novio a su mejor amiga, follar en los baños de las discotecas (sospechosa e inverosímilmente limpios) y dejar que le pongan los cuernos.
Buba (o Bubu o Bubú, no sé). El único personaje interpretado medio decentemente por Alejo Sauras. Hace de lelo que ejerce sin licencia de abogado. No sé qué representa ni lo que pinta en la película.
Carlos. Interpretado por el James Dean español, Hugo Silva, se pasa la película drogándose y enseñando el culo, su principal recurso interpretativo. En uno de los momentos geniales de este truño, los guionistas le putean para que haga el ridículo más espantoso en una escena de vorágine autodestructiva en la que se pasa un finde encerrado en casa esnifando, bebiendo y empastillándose mientras hace como que compone una canción canturreando como un mono (nananí, ninonaná) mientras rasga las cuerdas de una guitarra sin ton ni son. Es la metáfora de la destrucción juvenil como reacción ante los sueños rotos (jajaja).
Nico. El mejor de todos, sin duda. No se le entiende ni una frase en toda la película, ni cuando está drogado ni cuando está sobrio. Es relativamente gay. Enseña el culo (peludo) y representa el amor gay que no ha salido del armario. Muere de sobredosis en la famosa escena de la cámara lenta que no es tal. En uno de los muchos momentos sublimes de la película, se aparece a sus amigos al final de la película... ¡¡con cara de pedo!!. Sublime, insisto.
Toni. Se avergüenza de su padre, que ha cometido el terrible pecado de quedarse sin curro. No sabe qué hacer con su vida y duda entre a) pasar de todo, b) traficar con pastis o c) ir a una fiesta rave. Por supuesto, estudiar o trabajar ni se lo plantea. Enseña la chorra y el culo. Es la metáfora de la incertidumbre juvenil ante el futuro.
Leo. Modelo y marimacho que piensa, ella sabrá por qué, que tiene un cuerpo de la leche. Enseña las tetas y representa la juventud truncada por una madurez forzosa. Sigo sin entender por qué dice que su cuerpazo le ha ocasionado tantos problemas. Es lesbiana cuando le sale de los cojones y cuando no, no. Encuentra su alma gemela en Marina, pelirroja, fea y creída. Enseña un poco las tetas en la asombrosa escena en la que Leo le come el coño mientras ella lo narra con cara seria como si estuviera en el oftalmólogo: “Ah, pues mira que bien, nunca me habían comido el coño, oh, uh, pues no esta mal, ah, oh, pues creo que me gusta, uh, ah, luego tengo que pintar el techo, ah…”
Carola. También va de tía buenorra, pero en este caso, con toda la razón. Se cree situada en un plano moral superior a sus compañeros que le permite decirles continuamente que están desperdiciando sus vidas. Cuando no está muy liada mirando a los demás por encima del hombro, se dedica a enseñar las tetas y parte del culo, robarle el novio a su mejor amiga, follar en los baños de las discotecas (sospechosa e inverosímilmente limpios) y dejar que le pongan los cuernos.
Buba (o Bubu o Bubú, no sé). El único personaje interpretado medio decentemente por Alejo Sauras. Hace de lelo que ejerce sin licencia de abogado. No sé qué representa ni lo que pinta en la película.
Carlos. Interpretado por el James Dean español, Hugo Silva, se pasa la película drogándose y enseñando el culo, su principal recurso interpretativo. En uno de los momentos geniales de este truño, los guionistas le putean para que haga el ridículo más espantoso en una escena de vorágine autodestructiva en la que se pasa un finde encerrado en casa esnifando, bebiendo y empastillándose mientras hace como que compone una canción canturreando como un mono (nananí, ninonaná) mientras rasga las cuerdas de una guitarra sin ton ni son. Es la metáfora de la destrucción juvenil como reacción ante los sueños rotos (jajaja).
Nico. El mejor de todos, sin duda. No se le entiende ni una frase en toda la película, ni cuando está drogado ni cuando está sobrio. Es relativamente gay. Enseña el culo (peludo) y representa el amor gay que no ha salido del armario. Muere de sobredosis en la famosa escena de la cámara lenta que no es tal. En uno de los muchos momentos sublimes de la película, se aparece a sus amigos al final de la película... ¡¡con cara de pedo!!. Sublime, insisto.