Macedonia de topicazos a base de ir cortando cosas de tal o cual guion, darles un barniz racial afroamericano y pegarlas sin mucho criterio en este incalificable producto que destaca por varias cosas y ninguna buena. Primero, por tocar decenas de subgéneros al tuntún, desde la buddy movie hasta la comedia de acción, sin alcanzar un mínimo de dignidad en ninguno. Segundo, por no tener ni un sólo gag o sketch que se pueda considerar original. Y tercero (y ya lo dejo aquí porque no tiene sentido seguir echandole mierda encima), por no conseguir conectar un puñetero chiste con gracia en todo el metraje, que ya es decir… si descontamos el descojone involuntario cuando ves que nada menos que cuatro fenómenos (¡CUATRO!) han firmado esa infamia de guion.

Estrenada en 2014, llevaba ya, como mínimo, ocho o diez años obsoleta, desde que el bueno (pero estomagante) Martin Lawrence se retiró de los focos al intuir que la fórmula de «humillemos al afroamericano histriónico» estaba agotada. Como punto de mérito, le reconozco a Kevin Hart el esfuerzo por poner todo de su parte para sacar adelante sus escenas y tratar de arrancar una sonrisa que, con ese guion y ese marmóreo compañero, está muy, muy cara. Con compañeros como Ice Cube, quién necesita a Mario Casas. Totalmente anodina, “Vaya patrulla” no ofrece nada salvo un rato de distracción. Sí: distracción, porque lo que nos da esta película no es entretenimiento, sino ruido de fondo o imágenes en movimiento con las que distraer la mente sin prestarles mucha atención. Olvidable. Te la encuentras en la cartelera de Netflix o en la Guía de Canales de Vodafone y no sabes si la has visto ya. Lees el argumento o la sinopsis, y tampoco. Muy justita.