Revisaba el otro día "Leaving Las Vegas" y me dejó maravillado por conseguir llevarme a su terreno y emocionarme con la historia de amor de dos personajes que a priori no me atraen lo más mínimo: un alcohólico sin propósito de enmienda y una puta por vocación.

Los personajes de "Greenberg" no me atraen al principio. Tampoco al final. Es más, gustoso soltaría un remo a ese alerdado protagonista, líder silencioso de la generación más inútil que ha conocido la historia del hombre. Nacer en un país desarrollado, nadar en dinero (aquí el prota toma la alegre decisión de no hacer nada durante una temporada), contar con todas las facilidades y no intentar, como mínimo, ser feliz, debería estar penado por la ley. En lugar de eso, Noah Baumbach, gurú de la modernidad de profesión, nos dice que ser un amargado neurótico es lo más "in" o "cool", por utilizar el vocabulario de sus adeptos.

El 99% del tiempo creo que, incluso crisis mediante, somos cada vez más listos y guapos y estamos mejor preparados. El resto del tiempo lo pierdo con tonterías como esta, e inevitablemente pienso que hay personas a las que recibir una buena educación y poseer una vasta cultura sólo les sirve para volverse más tontos y encima sacar pecho. ¿Es que este tío no aprendió nada co-escribiendo la maravillosa "Fantástico Sr. Fox"?