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España España · Barcelona
Voto de Townshend:
9
Drama Kanji Watanabe es un viejo funcionario público que arrastra una vida monótona y gris, sin hacer prácticamente nada. Sin embargo, no es consciente del vacío de su existencia hasta que un día le diagnostican un cáncer incurable. Con la certeza de que el fin de sus días se acerca, surge en él la necesidad de buscarle un sentido a la vida. (FILMAFFINITY)
23 de diciembre de 2009
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo debilidad por el cine de AKIRA KUROSAWA. Si, AKIRA KUROSAWA en MAYÚSCULAS (su nombre no se puede escribir de otra manera).
KUROSAWA hace CINE (también en mayúsculas). Sus historias, su forma de contarlas y los actores que utiliza hacen de cada una de sus películas una pequeña obra de arte que te empapa de sentimientos.
Ikiru es una de las mejores películas que he visto en mi vida. Podría escribir muchas páginas sobre ella pero no tengo ni tiempo ni ganas de aburriros con detalles.
Os voy a hacer un resumen sentimental de lo que representa, para mi, la película.

Tengo la creencia personal que cuando nacemos, nacemos con el corazón caliente. Muy caliente. Es esa calentura del corazón la que nos hace sentir las pasiones que sentimos cuando somos más pequeños, odiamos y queremos con mucha fuerza. Pasamos de la tristeza a la felicidad sin reflexionar. Admiramos a muchas personas, creemos en muchas cosas, nos marcamos metas altísimas en la vida.
Poco a poco, la vida y los años nos van enfriando el corazón. Este enfriamiento hace que cada vez sean menos las pasiones y más la razón la que nos domine. Podemos odiar y querer, pero es muy dificil hacerlo con todo el corazón. Podemos estar tristes y felices, pero muchas veces relativizamos (sobretodo la felicidad) por culpa de la razón. También se hace cada vez más dificil el paso de la tristeza a la felicidad. Muchas veces nos ahogamos en el tedio y en la costumbre. Dejamos de admirar para pasar a despreciar, dejamos de creer en algo para simplemente observar en tercera persona como pasa la vida. Llegamos a un punto en nuestra carrera vital en el que decimos basta, hasta aquí he llegado. Esta es mi meta, no quiero nada más de la vida. Y allí nos quedamos, lejos, muy lejos de aquella meta tan alta que nos marcamos cuando el corazón aún estaba caliente.

El mecanismo que hace que el tiempo y la vida nos enfríen el corazón se llama indiferencia. Es una de las corazas sentimentales más antiguas que ha conocido la raza humana. “Mejor no vivir y no hacerme daño que vivir y arriesgarme a dañarme”. Este pensamiento es el paradigma de la indiferencia vital.

Ikiru, vivir, trata sobre lo expuesto más arriba. Es más, Ikiru es de ese tipo de películas que cuando la ves notas como el corazón se descongela un poco. Envia una serie de microondas sentimentales que hace que la capa de indiferencia que enfría el corazón se vuelva un poco más fina y puedas sentir por algunos momentos que tu cuerpo tiene corazón, que tu corazón tiene vida, que tu vida vive.
Townshend
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