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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
8
Western. Drama En 1892, un reputado capitán del ejército, Joseph J. Blocker (Christian Bale), se ve en la obligación de escoltar contra su voluntad a un moribundo jefe cheyenne (Wes Studi) y a su familia, de regreso a las tierras de su tribu en Montana. Para ello tendrán que emprender un peligroso viaje por las praderas de Nuevo México, donde se encontrarán con una joven viuda (Rosamund Pike) cuya familia fue asesinada por un grupo de comanches que ... [+]
13 de marzo de 2019
31 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gustan las películas a contracorriente. Me gustan las películas que desafían a las modas, a los influencers, youtubers y demás escoria. Me gusta que alguien se atreva a rodar un western en 2017. Y me gusta que ese western le salga casi redondo, casi perfecto, casi modélico. Hostiles, por supuesto no estrenada en España (¿Para qué? ¿Para que sólo sepan apreciarla unos cuantos frikis aferrados al buen cine?), cortesía de TV1, habla de odio y respeto, de violencia y nostalgia, de cansancio y anhelo, del triste deambular de unos cuantos seres llamados humanos por las tierras del dolor y la amargura, futuros cadáveres que sólo dejarán como estela sus chillidos de terror ante la amenaza de la oscuridad eterna. Un odiador de indios, el capitán Quaid (un Christian Bale en estado de gracia) se ve obligado, si no quiere perder la pensión, a acompañar hasta su última morada al jefe cheyenne que ha sido su enemigo acérrimo durante décadas. Durante el trayecto, recogerá a una joven esposa y madre cuya familia ha sido masacrada por los sioux, y aprenderá unas cuantas cosas sobre lo que ocultan los prejuicios, el odio irracional y el ansia de matar al otro, al diferente. Con la dignidad y la convicción de un western clásico (no me cabe la menor duda de que John Ford lo habría aplaudido), Scott Cooper nos brinda un film tan majestuoso como deprimente, donde sólo el plano final, digno de un maestro, ofrece un ápice de esperanza. Las peleas son salvajes y sangrientas, sin caer en el gore; los espléndidos paisajes, maravillosamente fotografiados por Masanobu Takanayagi, componen un telón de fondo que dice mucho sobre el comportamiento de las personas que viven en él. La ternura apenas se abre camino entre tanto odio (la espléndida escena en que Rosamund Pike consuela sin palabras a Bale en la tienda), pero los sufrimientos resultan ser una magnífica escuela de aprendizaje, tal como descubrirán los damnificados por los nativos en su obligado contacto con ellos durante este viaje maldito. No pesan en ningún momento los 134 minutos de metraje, vives pendiente de cada plano, de cada secuencia, de cada gesto y palabra de sus protagonistas. No hay frases superfluas, ni fotograma de relleno. Los actores están magníficos, y la banda sonora de Max Richter posee la virtud de no apelar en ningún momento a los cánones instituidos por Elmer Bernstein, Max Steiner o Jerome Moross. Su partitura habla con voz propia, sin préstamos ni guiños.
Una película desoladora y atroz, hermosa, estremecedora, extranjera en tierra extraña. Un descubrimiento reconfortante. Esperamos más cine de Scott Cooper.
Eduardo
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