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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
7
Drama Verano de 1943. En un lugar de la Francia ocupada, no lejos de la frontera española, vive retirado un viejo y famoso escultor que se siente hastiado de la vida y de la locura de los hombres. Ya nada es capaz de animarle, de servirle de estímulo. Sin embargo, con la llegada de Mercé, una joven española que se ha fugado de un campo de refugiados y que le servirá de musa, renace en él el deseo de volver a trabajar y esculpir su última obra. (FILMAFFINITY) [+]
9 de noviembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En blanco y negro: porque Renoir filmó sus mejores obras en blanco y negro, y el espíritu de Renoir aletea sobre la película desde los primeros fotogramas (chapeau a Daniel Vilar por su opera prima como director de fotografía).
En francés: porque es la nación más civilizada y amante del arte del mundo (o sea, de Europa), y aquí se habla de arte, señoras y señores, de su difícil aprehensión, y de su todavía más difícil consecución. Y porque el personaje de Rochefort está inspirado en Aristide Maillol, qué duda cabe.
Sin música: porque no le hace falta. La banda sonora la pone la naturaleza, ya que estamos aislados, en plena montaña, lejos de los cañones que rugen cerca, pero lo bastante alejados para no oírlos.
Con actores dignamente decrépitos: son bellos en su vejez, como lo fueron en su juventud. Rochefort, el Quijote que no pudo ser, y Cardinale, con cuyas curvas soñamos todos los adolescentes de la época. Y para curvas, Aida Folch, convincente en su papel.
Con escasos diálogos: ¿para qué hablar más? La mirada, y la cámara, lo dicen todo. Se habla lo imprescindible, en una época en que está de moda soltar chorradas e insensateces cada dos segundos. El silencio de la belleza.
No es perfecta. Lamenté no poder darle un 10. Pizca de decepción. Pero hermosa. Para revisarla, y quizá entonces...
Eduardo
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