Ver estupideces como ésta provocan deseos de abandonar el cine para siempre y dedicarte a hacer calceta. Luego te acuerdas de los clásicos y las aguas vuelven a su cauce. Horripilante videoclip sin alma ni talento, Yo, Frankenstein es un simple desfile de situaciones violentas engarzadas para simular que existe un argumento detrás del delirio visual. Por lo visto, se basa en una novela gráfica. Maldita la gracia que debe tener el engendro. Todo es de una maldad recalcitrante, desde la ampulosa banda sonora, que parece confeccionada por un ordenador, hasta el tembleque de la cámara, y no hablemos ya de las prestaciones actorales. Aaron, guapo, como sigas así acabarás haciendo películas de Wynorski u Olen Ray, tú verás. Bill, por favor, te queremos, pero deja ya de rodar tonterías y haz algo que no nos ponga la gallina de piel. Creo que fue un horroroso fracaso comercial. Bien merecido.