En un lugar sin ley es un western disfrazado de thriller o viceversa, que bebe en las fuentes de Sólo se vive una vez, El demonio de las armas, Los amantes de la noche y, sí, Malas tierras. El chico va a la cárcel para ocultar que la chica es la que ha disparado contra el policía, y ella espera, espera y no desespera, hasta que él escapa de la prisión y empieza la película. El material es poco original, lamento decirlo, pero Lowery filma con brío y demuestra una gran ternura por sus personajes, desde ese protector de la desvalida chica y su hija de cuatro años (el gran Keith Carradine, desperdiciado desde hace décadas) hasta el poli enamorado de ella. Lo que sostiene a la película es, precisamente, el trabajo actoral, empezando por un Casey Affleck que farfulla más que habla, una Rooney Mara muy en su papel de expresar con la mirada y los gestos, el ya citado Carradine y Ben Foster (el agente de la ley que bebe los vientos por Mara). Es un cuento de amor y odio de esa Norteamérica que tanto detestamos, el Profundo Sur, sus habitantes cerriles, sus costumbres incomprensibles, un país que ni es para viejos ni para jóvenes. Interesante no debut de David Lowery (al contrario de lo que afirman algunos, no es su ópera prima).