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España España · Madrid
Voto de Charles:
5
Thriller. Terror. Acción Han pasado dos años desde que el ex-sargento de policía Leo Barnes (Frank Grillo) decidió no vengarse del hombre que mató a su hijo. Ahora Barnes dirige al equipo de seguridad que se encarga de proteger a la senadora Charlie Roan (Elizabeth Mitchell), una candidata a la Presidencia que reivindica la supresión de La Purga anual, que consiste en permitir, una noche al año, cualquier actividad criminal, incluído el asesinato. Roan ... [+]
22 de julio de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es ningún secreto que la Purga se nutre, en su concepto, de una considerable dosis de sátira casi macarra.
Es decir, si disfrutamos de cada una de sus entregas es sobre todo porque queremos ver cuál es la siguiente barbaridad que van a sacar para impactarnos, ya sea como antinaturales rituales para matar o en la forma de los inquietantes purificadores con sus máscaras a medio camino entre la parodia y lo macabro.
La cuestión ideológica siempre ha estado ahí, y se podría decir que no desarrollarla del todo adecuadamente forma parte de la identidad de la saga, pero tampoco se deja sin tocar en absoluto, porque tanto la primera como la segunda dejaban la cuestión de la moralidad en el aire: nunca se sabe cuán bestias podemos ser si se nos da la oportunidad.

'Election: La Noche de las Bestias', quizá pensando en las próximas elecciones presidenciales que anticipan retazos de este futuro imperfecto, elige meterse de lleno y más que sus predecesoras en el fondo político detrás de la Purga, lo que es una agradable novedad.
La senadora Charlie Roan sufrió en sus carnes el salvajismo de un purificador de la Purga, y eso le dió valentía suficiente para meterse a política en contra de la tradición: por primera vez, la historia abre dos días antes de la noche señalada, dejándonos ver el clima polarizado de un país que no tiene claro cuánto se beneficia de que una noche al año cualquier depravado pueda dejar sus escrúpulos en un cajón.
Y por primera vez también, le ponemos cara a los responsables de eso, reunidos en su despacho de Washington y elegantemente vestidos, ladrando contra quien osa desafiar su poder. La Purga tiene la cara de los ricos y poderosos, porque los desfavorecidos (inmigrantes o pequeños comerciantes) no se benefician de ella en absoluto, no cuando toda su vida puede depender de que puedan defenderse una sola noche.

No deja de ser una reducción enorme que además carece de sutilidad (ni un solo latino o negro malvado, ni un solo rico blanco decente) pero tampoco afecta mucho al conjunto de la historia y la dota de profundidad: vemos caras en ambos bandos, personas y límites que no se deben cruzar, de lo que hasta ahora había sido violencia anónima sin sentido.
Aún así, y lamentablemente, los aciertos de la historia acaban ahí, porque desaprovecha las posibilidades que le brinda una población enloquecida, al borde de la furia porque su fiesta favorita puede cancelarse. Hay retazos de eso en surrealistas momentos como una guillotina decapitando en medio de la calle, o el Lincoln Memorial (símbolo de la libertad y la conciencia social) arrasado a sangre y fuego, dejando claro que la moral de la sociedad actual está tan podrida como sus métodos, pero todo se centra en una machacona persecución de la senadora Charlie a través de las calles mientras está custodiada por Leo Barnes (Frank Grillo, de nuevo haciendo mucho con poco).
Pasar la noche de la Purga viendo a mercenarios perseguir a la senadora y a su jefe de seguridad es desaprovechar todo el contexto de terror que inspira, sobre todo cuando los momentos alejados de ese esquema son tan potentes (y tan aislados, por desgracia).

Una niña rica se viste con sus amigas para purgar, con escotazo y tacones, como si saliera de fiesta pero buscando sangre en sus coches caros. Un grupo de extranjeros se disfrazan de versiones macabras de iconos americanos, y aterrorizan las calles celebrando la grandeza de Norteamérica.
Son imágenes de pesadilla que habrían ayudado a dar potencia a ese esfuerzo de la película por declararse políticamente, pero son tan breves que apenas nos llegan más allá de la novedad inicial, todo para volver a una persecución que carece de esa ironía retorcida porque se asemeja a cualquier historia de acción, y hasta Grillo tiene poco que hacer si ya no es un justiciero de incierta moralidad.

Lo que podría haber sido un buen broche a una interesante trilogía se queda en buenas ideas, que por tomarse demasiado en serio traicionan lo que venía siendo su identidad.
Esa Norteamérica poblada por asesinos en potencia merecía ser más terrorífica, en vez de ser más verosímil. Quizá buscando lo primero se podría haber llegado a lo segundo.
Charles
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