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Costa Rica Costa Rica · Me encantan las galletas
Voto de Javier Moreno:
7
Thriller. Intriga. Drama Irán, año 1979. Cuando la embajada de los Estados Unidos en Teherán es ocupada por seguidores del Ayatolá Jomeini para pedir la extradición del Sha de Persia, la CIA y el gobierno canadiense organizaron una operación para rescatar a seis diplomáticos estadounidenses que se habían refugiado en la casa del embajador de Canadá. Con este fin se recurrió a un experto en rescatar rehenes y se preparó el escenario para el rodaje de una ... [+]
18 de febrero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la década de los 70, pero extrapolable a cualquier momento en la joven historia de los Estados Unidos, el orgullo americano y el ansia de poder llevó a un país como Irán a reivindicarse frente al opresor que, curiosamente, era el autoproclamado "país de la libertad". Por eso, y por la creciente demanda de atención de la dictadura del Ayatolá Jomeini, que demandaban la extradición del Sha de Persia, irrumpen en la embajada estadounidense con la intención de ocuparla y, ya de paso, secuestrar o asesinar a quien se encuentran por el camino. Como todos sabemos, en la radicalidad de ciertas expresiones masivas, la reflexión brilla por su ausencia, por eso que la acción popular iraní no cuente con apoyos en el ámbito internacional. Pero el retrato que pretende reflejar Affleck es algo más que bochornoso. No porque los ofenda con imágenes de barbarie, sino porque no da la oportunidad de que juzguemos, sólo nos da un poco de humo y su vejado discurso sobre civismo.

El caso es que la película cuenta que tras esa ocupación seis estadounidenses se refugiaron en una casa de la que no podían salir por la amenaza que corrían sus vidas y debían ser rescatados. Para ello, tal y como pasó en 1979, se traza un plan en el que un supuesto grupo de grabación de cine se hace pasar por canadienses que pretender producir una película en Irán. Con esa excusa, llevarán la documentación falsa que permitirá a los refugiados poder huir como guionistas, actores y cámaras canadienses.

Desde la toma de decisiones se pone de manifiesto el desconocimiento del país y de las circunstancias y Ben Affleck encarna el papel de aquel salvador que urde mañoso la disparatada idea. El más listo de la clase, lleno de coraje y paciencia. Pero humano, y eso nos lo dice su miedo a perder definitivamente a su familia, que para más descripción tópica, consta de una bella mujer y un hijo encantador. Se arrepiente de su pasado y nos mezcla el empalagoso drama con la brillante historia del rescate. El guión es adaptado por basarse en un acontecimiento ya pasado, y no es malo, pero adolece esa parte final en la que todo va sobre ruedas hasta que se empiezan a abalanzar (intriga de libro) todos los problemas sobre el mismo personaje y en el mismo momento. Es cierto que sabe dirigir esos momentos apresurados y la tensión resulta eficaz, pero nada especial, ni a nivel estético ni interpretativo.

La escenografía no es llamativa pero acorde a unos atractivos finales años 70 que ya sonaban disco. La diplomacia queda relegada al segundo plano cuando la gallardía americana asoma su pechera. Y es que los héroes han de fardar. Para eso se utilizan dos trucos, inhabilitar a los poderes de mando en una decisión de último minuto para que todo penda del hilo de un acto providencial, y que el personaje más débil se convierta, gracias al discurso convincente del verdadero héroe humilde, en la piedra angular del éxito de la misión. Todo sucede de tal modo en Argo que el detalle más interesante se olvida con prontitud y la farsa va más allá de la pantalla.

Además, hay dos críticas más que Affleck intenta explorar. El guiño al trabajo hollywoodiense en el que primaba la fama y no la calidad, y el rechazo a aquellos que queman la bandera del país que los oprime. Por eso en el final, norma tácita de las pretenciosas americanadas, vemos volver al guerrero, salvador de la humanidad y herido de guerra, sano al hogar en el que debe recobrar el amor perdido. Se asoma a la puerta, ondea la seguridad en un mástil con barras y estrellas, la reconciliación injustificada se cumple y papá contará un cuento a su hijo en una casa donde siempre reinó la paz.

Almíbar para una historia bastante divertida. La emoción está asegurada y el entretenimiento no se duda. Esta película podría haber sido una historia increíble y se queda en un buen relato. Abandonando los estereotipos y los análisis posteriores, Argo se disfruta sin lugar a dudas, pero no buscaré recordar algún momento que perdure mucho tiempo en mi memoria, sólo el desarrollo de tan absurdo plan es el intrigante suceso de esta película.

Ben Affleck suspenso, pese a los premios, pero Argo en su conjunto es una buena cinta. Ahora miren la foto de cabecera y vean su afán por los galardones. Parece insinuar: "¿Qué creían, que era el nene bobalicón de Armageddon, Pearl Harbour y Pánico nuclear?" Sí, y no hay más, querido Ben.
Javier Moreno
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