Vale la pena ir por delante con los elogios, que no son pocos, relacionados con los méritos que tiene "Bailando con lobos". Costner se dirige a él mismo en una película que desde el principio es fácil adivinar que van a haber muchos momentos de tristezas, cuestiones que estando tan bien descritas y enseñadas suponen una cantidad de lirismo que funciona porque Costner sabe hacerlo muy bien. Sabemos que no se trata de la historia de hombre corriente, él quiere irse tan lejos que pide el puesto más avanzado en lo que por entonces eran los territorios de la Unión, extensos espacios de praderas pendientes de colonizar por el hombre blanco, esperando a ser ocupados con todo lo que ello supone para quienes estaban ya allí antes, los famosos indios.

Son tres horas de vida en un territorio enorme en el que se tiene como vecino nada menos que a los temibles sioux. Son tres horas repito, lo cual suponen demasiados minutos para mí. No niego su potencia visual, como también está fuera de toda duda su precioso contenido emocional, porque aquellos que no se conocen al principio, que se temen y se prejuzgan, acaban siendo amigos para siempre, así lo grita "Caballo al viento" en la despedida. Unos lloran ante ese final, otros despiertan después de estar durmiendo unas dos horas, pero no tengo duda de que el espectador que ha llegado ahí sin perder el hilo al menos una pizca de incuestionable y sincera emoción aparece de repente.

Todo el trabajo inmenso de esas tres horas se condensan en un final trágico, que no por ser previsible hay que restarle su valor. Ya sabíamos que los blancos llegaron, ocuparon y exterminaron. Y a estas alturas también sabemos que la película se decanta por defender la posición de los que llevaban viviendo en ese territorio primero y que fueron condenados tristemente a la desaparición. Por eso me gusta "Bailando con lobos", por eso y pese a ser un ladrillo de tres horas me ha convencido, porque es una película bien hecha.

Pero tres horas son demasiados minutos, eso también es innegable, y cuesta, cada día más, dedicarle tanto tiempo seguido a una película, por muy bien hecha que esté. Otra cuestión es la del lobo mismo, animal huidizo y desconfiado donde los haya, que aquí se convierte en amigo inseparable de Costner. Pero no, que le disparen y no se vaya corriendo como haría cualquier animal con instinto de supervivencia no, eso no es aceptable, a eso yo lo llamo hacer pupita de forma innecesaria.