Dean Stanton, un actor singular, grandísimo, ideal para este personaje. Un actor que a menudo aparece barriendo en el fondo de un bar de cualquier película, pero cuando le dan cámara nos deja impactados a poco que diga y haga: aquí tiene un personaje de gran riqueza en un contexto plenamente a su servicio.

París, Texas, una de las travesías más dolorosas y con menos recursos: dejarlo todo para intentar encontrar a alguien que se considera infinitamente más importante que la propia vida.

París, Texas...

la triste penumbra de una soledad que no se desea

la morbosa sexualidad que no quieres para nadie que aprecies un poco

el dolor de andar a ciegas creyendo que vas viendo

Una producción norteamericana dirigida por un alemán extraño, casi siempre inquietante, con un gran reparto internacional que incluye a la francesa Aurore Clément y al alemán Bernhard Wicki tras una mujer compleja que también quiere crecer, Nastassja Kinski.

Como todo lo bueno de Wim Wenders reclama la participación activa de un espectador atento a las emociones de gente especial con unos diálogos peculiares, nada frecuentes, escritos por el actor y dramaturgo Sam Shepard.

Y una música de Ry Cooder que aporta atmósfera e intensidad dramática hasta brindar un final que estremece y llena el alma de propuestas.