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Voto de El Despotricador Cinéfilo:
9
Drama. Intriga Un juez y una hermosa joven se conocen durante un viaje y se enamoran, pero al poco tiempo ella desparece. Años después, el juez encuentra en un cementerio un cráneo atravesado por un clavo. Decide investigar el caso y las sospechas de asesinato recaen sobre la mujer que debía casarse con el difunto. Lo que el juez ignora es que el esclarecimiento del crimen le traerá la desgracia. (FILMAFFINITY)
13 de febrero de 2012
37 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo recordar que era Pumares el que decía que "Vértigo" de Hitchcock, a pesar de estar considerada de forma unánime hoy en día como una incuestionable Obra Maestra, sería una película absurda, incoherente y un despropósito total si no la hubiese dirigido el Maestro inglés. ¿Por qué? Pues porque roza continuamente la incoherencia, el absurdo y la incredibilidad, pero es gracias a la buena labor de su director lo que cuenta es cómo esta contada en vez de qué es lo que cuenta.

Algo muy similar, aunque a más de uno podría sorprender, se puede decir de este inolvidable clásico del cine español de los años 40 titulado "El clavo" de Rafael Gil (sí, hay grandes películas españolas en esa época y por desgracia la mayoría de ellas aún por redescubrir). Pues si nos ceñimos al guión en sí, o más concretamente a la historia que cuenta (pues el guión es espléndido), no hay por donde cogerlo y más de una incoherencia e inverosimilitud se presenta en la explicación del crimen que se está juzgando pero, sin embargo, y esta es la gran magia del cine, nos da igual, no nos importa, porque está contado y narrado de forma tan magnífica que no nos percatamos de ello.

Es realmente maravilloso, porque esa es la palabra, maravilloso, cómo está planteada toda la fatalista atmósfera de la película, como nos cautiva ese tono onírico, fantasioso, fantasmagórico, romántico, misterioso y muy fatalista de todo el relato; como los diálogos derrochan (y desbordan) ingenio y brillantez que ya quisieran la amplía mayoría de las sitcoms actuales; cómo la química entre todos actores (soberbios Amparo Rivelles y Rafael Durán) es simplemente perfecta; cómo la envolvente y sobrecogedora música de Juan Quintero te conmueve y cómo avanza la trama, como ocurre solo con las grandes películas, sin que nos demos cuenta. Todo un prodigio de dirección. Todo un prodigio de planificación. Todo un prodigio para demostrar, por enésima vez, que el cine, como arte que es, lo que importa es las sensaciones que produce aunque la historia que cuente tenga más cabos sueltos de los que serían recomendables.

Pero claro, ¿quién quiere películas académicamente perfectas cuando estas obras tan imperfectas son tan cautivadoras, embriagadoras y fascinantes?

www.eldespotricadorcinefilo.com
El Despotricador Cinéfilo
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