Empiezo comentando que la trama de esta película es sencilla, lo que hace que en algún momento roze la simpleza, pero sin alcanzarla, porque cuando se tiene por citar un ejemplo a tan buenos actores, como es el caso del siempre interesante ( a pesar de contar con algún que otro bodrio) Morgan Freeman, esa simpleza comentada se convierte en un gozada para la vista.
Aunque desde mi punto de vista el film comienza de una manera un tanto tediosa, la trama mejora en un in-crescendo, como mejora la relación entre Miss Daisy y Hope.
Adentrándonos en ese punto de partida hay que reconocer que se trata de una película ligeramente tópica, ya que siempre es poco original ver los avances en las relaciones entre personajes de polos opuestos, pero eso si, en la que se pasa de una comedia ligera a un drama sobrio, relajante y sutil en cuestión de momentos. Además el tema que trata, lo hace de una manera elegante, siempre sometiéndonos a un canto a la igualdad racial, en el que ninguna raza se antepone a otra y en el que todo el mundo ya sea judio, negro, blanco es igual. De una manera simpática, los personajes evolucionan al pasar de los años y observamos como llama la atención la magistral caracterización de los personajes cuyo transcurrir del tiempo está detallado a la perfección y se palpa en el ambiente como se hacen viejos y como estos cambian su posicionamiento de un caracter agrio a un caracter afable en caso de la señora Daisy o podemos ver también la amabilidad en todo momento del bueno de Freeman. Una película bonita, especial, sencilla con cierta moralina en determinadas ocasiones digna de oscar, como así ocurrió en 1989, sin bien es cierto que su inicio poco alentador y su paso del tiempo, la reducen a la actualidad una buena peli sin más a priori, pero elevada a notable gracias a las fenomenales interpretaciones de sus protagónicos.