Ver "Rocky" supone que, un deporte como el boxeo, que no es precisamente santo de mi devoción lo vea con un poquito de más ganas. Esto es posible porque la historia que se retrata con acierto y corrección desde un principio, es un formidable retrato de superación y deja en evidencia a numerosas películas que dejan la consabida moraleja de "para ganar el título hay que ser buena persona". Porque creo en la humanidad de Rocky, pero también creo en el realismo que desprende la película, que nos da una lección de como se puede conquistar a una chica a base de sacrificio, como la sociedad apuesta por el mejor cuando le conviene y está arriba, y en definitiva nos hace ver en ese personaje magistralmente interpretado por Stallone que al final los buenos también pasan por crisis de ánimo a lo largo de su vida y no vencen en todas las facetas.

En definitiva, una cinta notable y popular, ganadora del oscar en el 76, rodada con eficacia y cautela que sin caer en excesos, nos muestra algunos tintes de cotidianiedad con un toque setentero muy atrayente, y que gracias a una BSO interesante, y a unas relaciones de personajes bien explotadas, se consagra como una película aún agradable de ver más de treinta años después. Mi valoración es un 8 pelao.