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Voto de Lázaro Alcázar:
8
11 de octubre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trepidante e impactante, rebosa velocidad por todos y cada uno de sus fotogramas manteniendo una tensión brillante que nos empapa de motor y rivalidad desde el inicio. Una auténtica joya del excelente director Ron Howard, que retrata la emoción de las carreras con unos planos cercanos a los coches y a pie de pista absolutamente espectaculares.
Sin duda Ron Howard es de esos directores que te permiten ir al cine sin asumir grandes riesgos en cuanto a la calidad de la cinta aunque sin saber nunca lo que deparará su nueva creación pues su filmografía es de lo más variopinta y completa, con obras de arte como Una Mente Maravillosa, Apollo XIII, El desafío: Frost contra Nixon o Willow entre otras muchas.
Es bastante común pensar en que una película de estas características y ambientada en la vida de un piloto en este caso, a lo que le sumamos su larga duración, puede resultar cansada, lineal y/o lenta, pero nada más lejos de la realidad. Desde el principio Ron consigue transportarnos al mundo de las carreras de coches, no sólo desde la pista sino también desde el box, la sala de prensa o la propia vida de los protagonistas fuera del circuito.
La caracterización de los personajes, y no me refiero a su parecido con la realidad puesto que yo no tuve la oportunidad de coincidir en la época con ellos, es genial. Tanto el actor que interpreta a Niki Lauda (Daniel Brühl) como el que interpreta a James Hunt (Chris Hemsworth) retratan de principio a fin su personalidad y rivalidad de una manera brillante. En ocasiones, vemos actores que en determinados puntos de la película, pierden los puntos más característicos de los personajes a los que interpretan, aquí no ocurre esto.
Poco más que decir sobre los protagonistas. Si comentar el buen gusto de Ron también a la hora de elegir la música, una vez más es Hans Zimmer (Gladiator entre otras) quién envuelve la película con sus mágicas notas, es un auténtico placer escuchar la BSO con o sin imágenes.
A pesar de que durante todo el largometraje abundan detalles que parecen insignificantes pero que denotan un cuidado ambiente, me gustan especialmente las miradas desafiantes que se lanzan continuamente los dos pilotos así como la señal que se hacen ambos cuando Lauda vuelve a los circuitos. Del mismo modo, la escena final de la avioneta es un broche perfecto para acabar con la película.
Sin duda Ron Howard es de esos directores que te permiten ir al cine sin asumir grandes riesgos en cuanto a la calidad de la cinta aunque sin saber nunca lo que deparará su nueva creación pues su filmografía es de lo más variopinta y completa, con obras de arte como Una Mente Maravillosa, Apollo XIII, El desafío: Frost contra Nixon o Willow entre otras muchas.
Es bastante común pensar en que una película de estas características y ambientada en la vida de un piloto en este caso, a lo que le sumamos su larga duración, puede resultar cansada, lineal y/o lenta, pero nada más lejos de la realidad. Desde el principio Ron consigue transportarnos al mundo de las carreras de coches, no sólo desde la pista sino también desde el box, la sala de prensa o la propia vida de los protagonistas fuera del circuito.
La caracterización de los personajes, y no me refiero a su parecido con la realidad puesto que yo no tuve la oportunidad de coincidir en la época con ellos, es genial. Tanto el actor que interpreta a Niki Lauda (Daniel Brühl) como el que interpreta a James Hunt (Chris Hemsworth) retratan de principio a fin su personalidad y rivalidad de una manera brillante. En ocasiones, vemos actores que en determinados puntos de la película, pierden los puntos más característicos de los personajes a los que interpretan, aquí no ocurre esto.
Poco más que decir sobre los protagonistas. Si comentar el buen gusto de Ron también a la hora de elegir la música, una vez más es Hans Zimmer (Gladiator entre otras) quién envuelve la película con sus mágicas notas, es un auténtico placer escuchar la BSO con o sin imágenes.
A pesar de que durante todo el largometraje abundan detalles que parecen insignificantes pero que denotan un cuidado ambiente, me gustan especialmente las miradas desafiantes que se lanzan continuamente los dos pilotos así como la señal que se hacen ambos cuando Lauda vuelve a los circuitos. Del mismo modo, la escena final de la avioneta es un broche perfecto para acabar con la película.