Media votos
6,8
Votos
1.460
Críticas
30
Listas
4
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de María:
8
8,2
38.295
Drama. Intriga
Al poco tiempo de perder a su esposa Rebeca, el aristócrata inglés Maxim De Winter conoce en Montecarlo a una joven humilde, dama de compañía de una señora americana. De Winter y la joven se casan y se van a vivir a Inglaterra, a la mansión de Manderley, residencia habitual de Maxim. La nueva señora De Winter se da cuenta muy pronto de que todo allí está impregnado del recuerdo de Rebeca. (FILMAFFINITY)
5 de marzo de 2013
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Sé que todos piensan lo mismo, todos me comparan con ella".
Ella, Rebecca, es sin duda uno de los personajes más impactantes construidos en la historia del cine. Un personaje ausente en toda la película, de la que sabemos que era la criatura más hermosa y a la vez tremendamente malvada. Un personaje que se hace presente a través de los recuerdos y gracias a la casi siempre brillante dirección del inigualable Alfred Hitchcock. El espectador es capaz de ver a la mismísima Rebecca actuando ante sus ojos, moviéndose por la cabaña cercana al mar, mientras la cámara acompaña sus últimos pasos recreados por el testimonio de Max de Winter.
Ella, Rebecca, es sin duda uno de los personajes más impactantes construidos en la historia del cine. Un personaje ausente en toda la película, de la que sabemos que era la criatura más hermosa y a la vez tremendamente malvada. Un personaje que se hace presente a través de los recuerdos y gracias a la casi siempre brillante dirección del inigualable Alfred Hitchcock. El espectador es capaz de ver a la mismísima Rebecca actuando ante sus ojos, moviéndose por la cabaña cercana al mar, mientras la cámara acompaña sus últimos pasos recreados por el testimonio de Max de Winter.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
"Rebecca", la primera película del director inglés en Hollywood, es la adaptación al cine de la novela homónima de Daphne du Maurier. Una adaptación bastante fiel que sólo modifica la causa de la muerte de Rebecca, la cual convierte de asesinato a suicidio. Este detalle, que en principio afectaría más al personaje de Max de Winter y correlativamente a su segunda esposa, hace que la película, intrigante hasta el momento, comience a perder cierto ritmo. La nueva Sra. de Winter carece del protagonismo que se le había otorgado. Un protagonismo que merece como personaje principal pero que tiene que compartir inevitablemente tanto con los personajes de Rebecca y de la escalofriante Sra. Danvers como con la importante presencia que se concede a un lugar: Manderlay.
La película, contada en flashback, se abre y se cierra con la gran mansión, un espacio aislado del mundo que cobra mucha relevancia en la historia, pues es la casa que llena de tormento y angustia a la Sra. de Winter, y que termina en cenizas con un impresionante incendio recreado de forma excelente para la época, simbolizando el fin del poderío de su antigua dueña. Joan Fontaine interpreta a la protagonista con delicadeza, sabe expresar con brillantez la fragilidad y el miedo que vive su personaje, una mujer enamorada ciegamente, que vive en un mundo extraño, ajeno a ella, donde se siente incómoda e insignificante. Una insignificancia reflejada por la ausencia de su nombre, lo que mata su identidad, frente a su rival Rebecca, cuyo nombre inunda todo Manderlay. De agudizar su presencia se encarga la terrorífica ama de llaves, la Sra. Danvers, un personaje casi inhumano que aparece en las estancias como un fantasma, interpretado magistralmente por Judith Anderson. Su sombra recorriendo la pared y los primeros planos que comparte junto a la joven Sra. de Winter, torturándola psicológicamente, muestran un gran trabajo de fotografía y dirección. También es destacable el plano que desvanece a negro, iluminando el rostro de temor de la protagonista cuando conversa con su cuñada. Un plano casi mágico, que junto a la dirección artística, la maqueta de la mansión y la niebla que cubre sus alrededores, hace revivir en el espectador esa sensación de cuento de princesas y brujas.
Laurence Olivier y los personajes secundarios ceden todo su protagonismo a la trama principal, que junto a la música, prácticamente constante a lo largo de todo el largometraje, hace de Rebecca una película inusual en Hitchcock en lo que a suspense se refiere. El puro misterio deja paso a los temas más importantes que forman la historia: los celos, los recuerdos, las obsesiones, la inferioridad… "Rebecca" se convierte así en una obra maestra en la que la psicología de los personajes prevalece a su acción.
La película, contada en flashback, se abre y se cierra con la gran mansión, un espacio aislado del mundo que cobra mucha relevancia en la historia, pues es la casa que llena de tormento y angustia a la Sra. de Winter, y que termina en cenizas con un impresionante incendio recreado de forma excelente para la época, simbolizando el fin del poderío de su antigua dueña. Joan Fontaine interpreta a la protagonista con delicadeza, sabe expresar con brillantez la fragilidad y el miedo que vive su personaje, una mujer enamorada ciegamente, que vive en un mundo extraño, ajeno a ella, donde se siente incómoda e insignificante. Una insignificancia reflejada por la ausencia de su nombre, lo que mata su identidad, frente a su rival Rebecca, cuyo nombre inunda todo Manderlay. De agudizar su presencia se encarga la terrorífica ama de llaves, la Sra. Danvers, un personaje casi inhumano que aparece en las estancias como un fantasma, interpretado magistralmente por Judith Anderson. Su sombra recorriendo la pared y los primeros planos que comparte junto a la joven Sra. de Winter, torturándola psicológicamente, muestran un gran trabajo de fotografía y dirección. También es destacable el plano que desvanece a negro, iluminando el rostro de temor de la protagonista cuando conversa con su cuñada. Un plano casi mágico, que junto a la dirección artística, la maqueta de la mansión y la niebla que cubre sus alrededores, hace revivir en el espectador esa sensación de cuento de princesas y brujas.
Laurence Olivier y los personajes secundarios ceden todo su protagonismo a la trama principal, que junto a la música, prácticamente constante a lo largo de todo el largometraje, hace de Rebecca una película inusual en Hitchcock en lo que a suspense se refiere. El puro misterio deja paso a los temas más importantes que forman la historia: los celos, los recuerdos, las obsesiones, la inferioridad… "Rebecca" se convierte así en una obra maestra en la que la psicología de los personajes prevalece a su acción.