Un conjunto de parodias, gags y tonterías más o menos acertadas, mezcladas con trozos de potenciales argumentos, es lo que ofrece Shrek 2, que comete el error tan habitual de las segundas partes de buscar el más dífícil todavía, y de forma constante. Varios elementos de la historia tienen potencial pero no interesa, lo único que quieren es entretener por medio del efecto acumulativo y la acción constante. Esto sería aceptable si los personajes tuvieran carisma pero los buenos son simplemente tolerables y los malos son odiosos, pero no porque sean villanos, sino porque son insoportables y tienen un aspecto de seres humanos infográficos muy muy molesto de ver. El hada madrina y el príncipe son insoportables y en gran parte también el padre de Fiona, cuya actitud es repulsiva y poco perdonable. El gato con botas es el personaje que tiene los mejores gags (como el de la marihuana, que me sorprendió mucho para un producto de este tipo), pero su papel en la película, como ya se ha dicho, es nulo. Supuestamente le encargan matar a Shrek pero enseguida cambia de actitud y se hace su amigo. A partir de ahí sólo ronda por la película para acompañar al burro, imitar a Garfield o soltar gags con acento andaluz.

Mientras que la primera peli había conseguido que los gags de pedos fueran más o menos disimulados y apropiados para las escenas aquí tenemos uno de lo más ramplón y vulgar. Tampoco es demasiado afortunado lo del tanga de Pinocho.

En definitiva, mientras que la primera parte contaba una historia simple pero más o menos bien llevada, esta es una mezcla de muchas cosas que no convence pero puede entretener. Y visualmente no es mejor que la primera, más bien diría que es peor, debido a la abundancia de personajes humanos que son sin duda los más feos en cuanto a diseño en la saga de Shrek.