Hay películas que no ocupan el sitio que merecen, sea cual sea el motivo. Tal vez por no ser tan conocidas como otras ni haber estado nominadas a galardones que cada vez están más podridos, pillan al espectador con la guardia bajada y logran darle una enorme y muy grata sorpresa. Es el caso de Descubriendo a Forrester, una película inspirada en el escritor J.D. Salinger.

Gus Van Sant venía de dirigir el remake de Psicosis con una pobre (siendo generosos) aceptación de crítica y público. Aquí se enfrentaba a un drama emotivo que nada tenía que ver con su anterior trabajo y que supondría, a la postre, la demostración por parte del director de que atesoraba muy buenas maneras en este género. Mike Rich consiguió escribir su primer guion para Hollywood y lo hizo a lo grande: con una historia humana y sencilla que consigue que los clichés se conviertan en situaciones creíbles y encajen dentro de una historia maravillosa de amistad, miedo, superación... y deporte, algo muy presente en los guiones de Rich. Van Sant hace un trabajo inconmensurable con ello, entendiendo que en la simplicidad del relato reside su fuerza siempre y cuando sepa aprovecharse la riqueza de los dos personajes principales. Aunque todavía no vemos al Van Sant que tan bien maneja el aspecto visual, sí nos encontramos, sin embargo, con su versión más incorrupta, algo que sirve para que el relato se desarrolle de forma pausada pero con una potencia bárbara, fruto de unos diálogos excelentes sobre literatura, opiniones y, sobre todo, formas de entender la vida. La banda sonora aparece con cuentagotas, aunque lo hace siempre en el momento oportuno, siendo una prolongación del continuo desarrollo de la película.

Rob Brown y Sean Connery se reparten el protagonismo. Otro acierto de Van Sant es no decidirse nunca por uno de los dos personajes dejando, así, que sus dos experiencias crezcan juntas sin que el espectador nunca se olvide de ninguno de ellos. Connery está a un nivel asombroso interpretando un papel rico en matices, algo que en gran parte de su carrera ha dejado un tanto de lado, algo de lo que tras su "retiro" confesó estar arrepentido. Rob Brown, con apenas 16 años de edad (sí, la misma que en la película), debuta en el cine con un trabajo realmente bueno que, por desgracia, no tuvo la continuidad que apuntaba. En segundo plano quedan los buenos trabajos de Anna Paquin y Busta Rhymes, destacando de este último que sea capaz de hacer papeles tan trabajados como el que nos ocupa y luego ridiculizarse en Halloween: Resurrection.

Resumiendo, que es gerundio: Descubriendo a Forrester es una pequeña maravilla que ha ido ganando con el tiempo y que tiene mucho que contar a un público que puede aprender mucho de ella... en todos los sentidos.