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Voto de Grijander:
6
8,1
37.262
Intriga
A casa de dos estudiantes van llegando los invitados a una especie de fiesta de fin de curso. El invitado que más temen es su tutor y profesor, un astuto criminólogo que sostiene que el crimen perfecto no existe, aunque ellos se han propuesto demostrar lo contrario. En efecto, con su llegada crece cada vez más la tensión y el nerviosismo de los jóvenes. Y no es para menos, porque tienen un cadáver encerrado en el arcón que sirve de mesa para la cena. (FILMAFFINITY) [+]
19 de marzo de 2011
37 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a puntuar la película con un seis, debo admitir que se trata de una obra maestra en un aspecto: el eterno plano secuencia es brillante. No he visto cosa igual en mi vida. Pero el resto, salvando a James Stewart, es mejor que te pille con el estómago vacío.
Alfred Hitchcock, en una dirección magistral de cámara, nos regala una película de esas que crean escuela y que todos deberían ver al menos una vez en la vida si quieren aprender algo sobre el cine. A partir de ahí, poniéndonos con el guión, todo se convierte en calamidad. Todo comienza de manera muy interesante, pero dicho interés dura solamente cinco minutos. Cuando los dos protagonistas, en su intento por lograr el crímen perfecto, comienzan a mostrarse tan distintos, con uno de ellos medio derrumbado y el otro hinchado por su desbordado orgullo, te das cuenta de que la película se ha acabado. Los selectos (y seleccionados sin dejar nada al azar) invitados no son más que conos en la calzada que sirven para delimitar la línea imaginaria que los une y ser retirados cuando sea conveniente. La historia se convierte en castillo de naipes montado por un señor con párkinson cuando los presuntos inteligentes se convierten en gañanes própios de dibujos animados. El discurso final (no es spoiler) es tan moralista que dan ganas de dejar de escucharlo, y muy ventajista, puesto que aprovecha una situación que parece creada exclusivamente para que sea recitado.
John Dall y Farley Granger son más o menos los protagonistas. Dall, en una teatralidad más propia del circo que del cine, asquea cada vez que se mueve. El tipo ayuda al guión en su intento por cargarse la película y está cerca de conseguirlo. Con aires de actor clásico, parece intentar conseguir el carisma que tenía gente como Bogart o Brando, y queda patético, asemejándose más a un mal imitador que se cree divertido que a un actor serio. Granger tampoco aporta demasiado para bien, aunque en comparación con su compañero, hace el papel de su vida. Cuando se muestra nervioso da así como algo de risa, y su personaje, que tampoco es muy complicado, le queda grande. Menos mal que está James Stewart, que sí tiene los valores clásicos de los actores de los años 30. 40 y 50, y se muestra seguro de sí mismo, consiguiendo que puedas pasar por alto algunas de las pájaras del guión, ya que su actuación absorbe al espectador.
Alfred Hitchcock, en una dirección magistral de cámara, nos regala una película de esas que crean escuela y que todos deberían ver al menos una vez en la vida si quieren aprender algo sobre el cine. A partir de ahí, poniéndonos con el guión, todo se convierte en calamidad. Todo comienza de manera muy interesante, pero dicho interés dura solamente cinco minutos. Cuando los dos protagonistas, en su intento por lograr el crímen perfecto, comienzan a mostrarse tan distintos, con uno de ellos medio derrumbado y el otro hinchado por su desbordado orgullo, te das cuenta de que la película se ha acabado. Los selectos (y seleccionados sin dejar nada al azar) invitados no son más que conos en la calzada que sirven para delimitar la línea imaginaria que los une y ser retirados cuando sea conveniente. La historia se convierte en castillo de naipes montado por un señor con párkinson cuando los presuntos inteligentes se convierten en gañanes própios de dibujos animados. El discurso final (no es spoiler) es tan moralista que dan ganas de dejar de escucharlo, y muy ventajista, puesto que aprovecha una situación que parece creada exclusivamente para que sea recitado.
John Dall y Farley Granger son más o menos los protagonistas. Dall, en una teatralidad más propia del circo que del cine, asquea cada vez que se mueve. El tipo ayuda al guión en su intento por cargarse la película y está cerca de conseguirlo. Con aires de actor clásico, parece intentar conseguir el carisma que tenía gente como Bogart o Brando, y queda patético, asemejándose más a un mal imitador que se cree divertido que a un actor serio. Granger tampoco aporta demasiado para bien, aunque en comparación con su compañero, hace el papel de su vida. Cuando se muestra nervioso da así como algo de risa, y su personaje, que tampoco es muy complicado, le queda grande. Menos mal que está James Stewart, que sí tiene los valores clásicos de los actores de los años 30. 40 y 50, y se muestra seguro de sí mismo, consiguiendo que puedas pasar por alto algunas de las pájaras del guión, ya que su actuación absorbe al espectador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Resumiendo, que es gerundio: el mejor movimiento de cámara de cuantos he visto, salva a una película con una premisa interesante pero con un desarrollo que peca de lo mismo que sus personajes: es pretencioso y se sobrevalora a sí mismo. La actuación de Dall resulta molesta para el espectador, y Granger no suma demasiado, con lo que la parte interpretativa queda en manos de James Stewart para lograr el aprobado, y eso es garantía segura. Juanito y Pepito matan a Fofito con un cuchillo. Luego Juanito regala al padre de Fofito un jamón, y de paso un cuchillo para cortarlo en finas lonchas. Ese cuchillo es el del crímen, y la intención de Juanito es rizar el rizo. Menganito, el más avispado del lugar, se da cuenta de que Pepito está nervioso y le pregunta el motivo. ¿Qué responderá Pepito? A) Que no está nervioso B) Que no se encuentra bien C) Que el cuchillo es muy raro