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España España · L'Olleria ( Valencia )
Voto de Grijander:
5
Terror. Thriller. Intriga Cinco hombres se despiertan encerrados en un almacén, sin saber cómo llegaron hasta allí ni quiénes son. Pronto descubren que su situación está relacionada con un secuestro, pero ignoran si han sido secuestrados o son los secuestradores. En cualquier caso, su situación es deplorable: uno está atado a un poste, otro tiene la cara magullada, otro está esposado a una tubería, y los otros dos tienen signos de haber recibido una paliza. Los ... [+]
3 de agosto de 2013
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Mentes en blanco es un thriller curioso. Una película de las de gente encerrada en una casa que cuenta con el factor extra de la ausencia de memoria en los personajes y sobre eso se apoya para contarnos una historia interesante sin demasiado interés. No, no me contradigo.

Simon Brand debuta en la gran pantalla dando el salto desde el mundo de los videoclips. El tipo no puede negar sus orígenes y, en Mentes en blanco, se casca casi 90 minutos de "estilo tráiler". Dinamismo puro y duro con la cámara con incesantes cambios de plano que van de puta madre para anunciar la película pero que, cuando están encadenados, frenan el ritmo de la narración hasta convertirla en un trabajo un tanto plomizo, pecado más grave teniendo en cuenta la corta duración de la película. Matthew Waynee escribe un agujero con algún que otro trozo de guion entre medias. No es que la historia tenga puntos flacos; es que toda ella es un sinsentido de la hostia. Waynee intenta que la película sea un vehículo para llevarnos a su final, del que supongo que se sentirá orgullosísimo, pues está metido ahí como un tropezón de los yogourts esos de frutas: habrá amantísimos de esas cosas, pero a mí me gusta más el Danone ese típico que tiene todo la misma textura. Volviendo al director, hay que decir que tampoco es que se luzca demasiado arreglando el desvarío de Waynee, sino más bien todo lo contrario. Simon Brand se sube al carro de "échale morro, que esto lo petamos" y hace que el carril de adelantamiento de la película esté construido sobre una serie de catastróficas desdichas que suceden justo en el momento justo; cosas de esas que pasan una vez de cada mil, como suele decirse, aquí suceden todas de golpe. Posible, sí, pero una vez entre unos tropecientos mil billones de trillones de veces. Improbable, sí, altamente improbable.

Ahora viene lo bueno, algo que parece imposible: la película no es tan mala. Resulta que el reparto es capaz de levantarla. A pesar del poco interés de Brand en mostrarnos algo interesante de los personajes más allá de lo que a él le viene en gana para ir engañando al espectador, Jim Caviezel consigue ya él solo hacer que lo que estamos viendo parezca incluso creíble. Su interpretación es una puta barbaridad, su capacidad para meterse en el personaje es de supercrack. A su lado, Greg Kinnear y Barry Pepper forman el trío principal con trabajos épicos. Kinnear se muestra contundente en su evolución y Pepper hace una labor sin fisuras, cargada del dramatismo que debe vivir una persona en una situación así, trabajo complicadísimo teniendo en cuenta que la evolución de su personaje (de todos, en realidad) depende por completo de su interpretación, debido al desdén que muestra el director en él. En segundo plano nos encontramos con un clásico entre los villanos como es el gran Peter Stormare, un actor que ha interpretado este mismo papel tantas veces que ya se lo sabe de memoria; Joe Pantoliano, crack de cracks, hace otro ejercicio de camuflaje de esos que tanto le gustan (alucino cada vez que veo hasta qué punto se mete en los personajes) y nos deja un gran trabajo. Jeremy Sisto está bien con el poco trabajo que tiene, aunque para su desgracia (y esto no es culpa suya), protagoniza una de las escenas más lamentables de la película, provocando vergüenza ajena. Por último, destacar a ese pedazo de cacho de trozo de mujer que es Bridget Moynahan, que aquí nos deja un trabajo muy creíble, aunque no es nada digno de gran elogio, pues su personaje siempre está haciendo lo mismo en pantalla.

Resumiendo, que es gerundio: Mentes en blanco debe estudiarse en las escuelas de cine. Es el ejemplo perfecto de cómo se puede hacer un guion borroso que no lleva a ninguna parte, ponerlo en manos de un director de pulso tembloroso, ideas equivocadas e imaginación inexistente y, a pesar de todo, salvar los muebles gracias a un reparto de matrícula de honor.
Grijander
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