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Voto de Miquel:
8
7,7
4.953
Drama. Romance
Victoria Page (Moira Shearer) es una joven bailarina aficionada que, en la fiesta de estreno de un ballet de la compañía Lermontov, dirigida por el implacable Boris Lermontov (Anton Walbrook), es introducida por su influyente tía y obtiene una oportunidad para demostrar su valía, empezando por los teatros más modestos de Londres. Al mismo tiempo Julian Craster (Marius Goring) es un joven estudiante de composición, a quien su profesor ha ... [+]
17 de mayo de 2009
75 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el film más prestigioso del británico Michael Powell (1905-1990) y del húngaro Emeric Pressburger (1902-1988). El guión, de M. Powell y E. Pressburger, con diálogos adicionales de Keith Winter, se inspira libremente en un cuento de Hans Christian Andersen y lejanamente en la vida del bailarín y empresario ruso Sergei P. Diaghilev (1872-1929), fundador de los Ballets Rusos. Se rueda en escenarios reales de Londres (Royal Opera House, The Mercury Theatre), Paris (Opera National de Paris, estación ferrocarril de Lyon), Gers (Villa Leopolda, Francia) y Mónaco (Hotel de Paris, estación ferroviaria de Montecarlo) y en los platós de Pinewood Studios (Buckinghamshire). Nominado a 5 Oscar, gana 2 (dirección artística en color y banda sonora drama). Producido por Michael Powell y Emeric Pressburger para The Archers, se estrena el 6-IX-1948 (RU).
La acción dramática tiene lugar en Mónaco, Londres y Paris, en 1947/48, durante el reinado (1922-1949) de Louis II de Mónaco. El famoso empresario de una compañía de ballet clásico, Boris Lermontov (Walbrook), contrata a una joven bailarina, Victoria “Vicky” Page, y a un joven compositor y director de orquesta, Julian Craster (Goring). Lermontov es frío, solitario, severo, atormentado, arrogante y cruel. Piensa que la dedicación al arte exige que el arista, creador o intérprete, lo sacrifique todo, incluso el amor y la vida. Victoria es encantadora, voluntariosa, ingenua y tiene gran talento para la danza. Julian es joven, posesivo, celoso y frágil.
El film suma drama, romance y musical. La idea central del film viene dada por la concepción de Lermontov sobre la dedicación absoluta del artista al arte, que es la concepción de Powell y Pressburger y la del film. Como alegoría de esta idea se hace uso del ballet inspirado en el cuento “The Red Shoes”, de Andersen, cuya ejecución ocupa 13 minutos de metraje. Explica cómo las zapatillas rojas confeccionadas por el zapatero Grisha Ljuboc (Massine), en virtud de un extraño encantamiento o hechizo, obligan a la muchacha que las calza a bailar sin descanso, día y noche, sola y acompañada, hasta desfallecer. El zapatero, misteriosamente avisado, posiblemente por un personaje diabólico, acude a recoger las zapatillas encantadas, que entregará a otra bailarina.
El tono severo y ambiguo del cuento de Andersen prefigura el de las secuencias de música y ballet, de las escenas de la historia que tiene lugar fuera de los escenarios y del film. Música y drama se entrecruzan con fluidez, coherencia y sin discontinuidades. Los números de ballet se integran innovadoramente en el desarrollo del argumento. La cinta tiene una consistencia, no habitual en los musicales anteriores. Ejerce gran influencia en “Un americano en Paris” (Minnelli, 1951) y en otros musicales de los años 50.
(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
La acción dramática tiene lugar en Mónaco, Londres y Paris, en 1947/48, durante el reinado (1922-1949) de Louis II de Mónaco. El famoso empresario de una compañía de ballet clásico, Boris Lermontov (Walbrook), contrata a una joven bailarina, Victoria “Vicky” Page, y a un joven compositor y director de orquesta, Julian Craster (Goring). Lermontov es frío, solitario, severo, atormentado, arrogante y cruel. Piensa que la dedicación al arte exige que el arista, creador o intérprete, lo sacrifique todo, incluso el amor y la vida. Victoria es encantadora, voluntariosa, ingenua y tiene gran talento para la danza. Julian es joven, posesivo, celoso y frágil.
El film suma drama, romance y musical. La idea central del film viene dada por la concepción de Lermontov sobre la dedicación absoluta del artista al arte, que es la concepción de Powell y Pressburger y la del film. Como alegoría de esta idea se hace uso del ballet inspirado en el cuento “The Red Shoes”, de Andersen, cuya ejecución ocupa 13 minutos de metraje. Explica cómo las zapatillas rojas confeccionadas por el zapatero Grisha Ljuboc (Massine), en virtud de un extraño encantamiento o hechizo, obligan a la muchacha que las calza a bailar sin descanso, día y noche, sola y acompañada, hasta desfallecer. El zapatero, misteriosamente avisado, posiblemente por un personaje diabólico, acude a recoger las zapatillas encantadas, que entregará a otra bailarina.
El tono severo y ambiguo del cuento de Andersen prefigura el de las secuencias de música y ballet, de las escenas de la historia que tiene lugar fuera de los escenarios y del film. Música y drama se entrecruzan con fluidez, coherencia y sin discontinuidades. Los números de ballet se integran innovadoramente en el desarrollo del argumento. La cinta tiene una consistencia, no habitual en los musicales anteriores. Ejerce gran influencia en “Un americano en Paris” (Minnelli, 1951) y en otros musicales de los años 50.
(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Las escenas no musicales son tan ricas, expresivas e insólitas como las musicales. En ambos apartados se hace uso de secuencias surrealistas y fantásticas (pensamientos del zapatero mientras compone las zapatillas). La cinta está salpicada de humor (los nervios antes de la primera representación, la primera entrada de Julian en el escenario durante un ensayo a la búsqueda de Lermontov, las ocurrencias del anciano Dimitri (Berry), etc.).
El film presenta el mundo del ballet y del teatro visto desde dentro con propósitos documentalistas. Presta especial atención al ingente esfuerzo individual y colectivo que exige la representación de una obra sobre las tablas, aunque tienda a pasar desapercibido. Sirve una atractiva aproximación del público al ballet. Destila y contagia afición al ballet, la música, el teatro, el cine y el arte. Los decorados, de Arthur Lawson y Hein Heckroth, ganadores de un Oscar, y la coreografía son excelentes.
El guión fue escrito originariamente por Emeric Pressburger en 1937 para Alexander Korda. En 1947 Powell y Emeric adquieren los derechos sobre el mismo, lo rehacen y amplían con la colaboración de Brian Keith. La interpretación de Anton Walbrook es intensa y sobrecogedora. La debutante Moira Shearer demuestra entrega, convicción y talento para la interpretación. Interviene otra vez en cine (“Los cuentos de Hoffmann”, 1951), pero su dedicación principal es el ballet. Son escenas destacadas el viaje de Victoria como princesa de cuento de hadas en el Rolls-Royce semidescubierto de Lermontov, la secuencia de 13 minutos de ballet, el primer encuentro de Victoria y Lermontov en el bar de la fiesta privada de Lady Neston (Browne), el anuncio que hace Lermontov desde el escenario sobre la incomparecencia de Victoria, la dureza de los ensayos, etc.
La banda sonora, de Brian Easdale (“Narciso negro”, 1947), ofrece una partitura orquestal dramática, de concepción moderna, que se combina bien con los insertos de música clásica, como “El lago de los cisnes” (Tchaikovsky), “Las sílfides” (Liszt), “La tienda fantástica” (Rossini) y otros. La fotografía, de Jack Cardiff (“Vida y muerte del coronel Blimp”, 1943), en un suntuoso color (technicolor), hace uso de maquinaria de envergadura y recurre con frecuencia a la cámara subjetiva (vueltas sobre sí misma de la bailarina en el Teatro Mercury), compone escenas fantasiosas y suma realismo y surrealismo en el marco de un arrebatado romanticismo.
El film presenta el mundo del ballet y del teatro visto desde dentro con propósitos documentalistas. Presta especial atención al ingente esfuerzo individual y colectivo que exige la representación de una obra sobre las tablas, aunque tienda a pasar desapercibido. Sirve una atractiva aproximación del público al ballet. Destila y contagia afición al ballet, la música, el teatro, el cine y el arte. Los decorados, de Arthur Lawson y Hein Heckroth, ganadores de un Oscar, y la coreografía son excelentes.
El guión fue escrito originariamente por Emeric Pressburger en 1937 para Alexander Korda. En 1947 Powell y Emeric adquieren los derechos sobre el mismo, lo rehacen y amplían con la colaboración de Brian Keith. La interpretación de Anton Walbrook es intensa y sobrecogedora. La debutante Moira Shearer demuestra entrega, convicción y talento para la interpretación. Interviene otra vez en cine (“Los cuentos de Hoffmann”, 1951), pero su dedicación principal es el ballet. Son escenas destacadas el viaje de Victoria como princesa de cuento de hadas en el Rolls-Royce semidescubierto de Lermontov, la secuencia de 13 minutos de ballet, el primer encuentro de Victoria y Lermontov en el bar de la fiesta privada de Lady Neston (Browne), el anuncio que hace Lermontov desde el escenario sobre la incomparecencia de Victoria, la dureza de los ensayos, etc.
La banda sonora, de Brian Easdale (“Narciso negro”, 1947), ofrece una partitura orquestal dramática, de concepción moderna, que se combina bien con los insertos de música clásica, como “El lago de los cisnes” (Tchaikovsky), “Las sílfides” (Liszt), “La tienda fantástica” (Rossini) y otros. La fotografía, de Jack Cardiff (“Vida y muerte del coronel Blimp”, 1943), en un suntuoso color (technicolor), hace uso de maquinaria de envergadura y recurre con frecuencia a la cámara subjetiva (vueltas sobre sí misma de la bailarina en el Teatro Mercury), compone escenas fantasiosas y suma realismo y surrealismo en el marco de un arrebatado romanticismo.