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Cine negro. Thriller
La historia de un hermético y frío asesino a sueldo. Jeff Costello es un perfeccionista que siempre planea cuidadosamente sus asesinatos y al que nunca han atrapado. Sin embargo una noche, tras liquidar al dueño de un club nocturno, queda a la vista de varios testigos. Sus esfuerzos por construir una coartada fallan y poco a poco es acorralado, tanto por la policía como los clientes que le han traicionado. (FILMAFFINITY)
15 de enero de 2009
109 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera entrega de la “trilogía samurai”, de Jean-Pierre Melville (1917-73) y uno de sus mejores trabajos. El guión, de J. P. Melville y Georges Pellegrin, se inspira en la novela “The Ronin”, de Joan McLeod. Se rueda en escenarios reales de París y en los Studios Jenner (París). Producido por Eugene Lépicier para Filmel (París) y Frida Cinematográfica (Roma), se estrena el 25-X-1967 (Francia).
La acción dramática tiene lugar en París, a lo largo de un día y medio (desde el sábado 4 de abril a las 18 horas hasta el domingo 5 de abril a las 22/23 horas, de 1967. Jeff Costelo (Alain Delon), asesino a sueldo, recibe el encargo de matar al propietario de un club de noche (“Martey’s”). Retenido por la policía junto con otros muchos sospechosos, y posteriormente puesto en libertad gracias al testimonio de Valérie (Rosier) y de Jeanne Lagrange (Natalie Delon), es perseguido a la vez por el superintendente de la policía (Périer) con todos sus hombres y por los hampones que le encargaron el último trabajo. Costelo, de unos 30 años, frío, imperturbable, implacable, de pocas palabras, serio, hierático y orgulloso, no refleja a través del rostro ninguna emoción. Valérie, mulata, es la teclista de la orquesta del club de noche Martey’s y vive en una lujosa mansión. Jeanne practica la prostitución de lujo, es la amante de Jeff y nunca hará nada que pueda perjudicarlo.
El film suma thriller, crimen y drama. Está considerado como una de las mejores obras de cine negro (polar) francés. La historia se narra con minuciosidad, atención al detalle, meticulosidad y sin elipsis. Este hecho se hace particularmente patente en la larga escena de la persecución de Jeff en el metro de París, tantas veces imitada en películas posteriores.
La estilización del relato, su desnudez y esencialidad, le dan un aire abstracto, intemporal y categórico, que eleva su nivel de consideración e interés. El personaje principal, construido con riqueza de matices y bien definido, vive en una situación de extrema soledad, acepta su destino con serenidad y dignidad casi religiosas, hace su trabajo con pretensiones de perfección y se sitúa ante la eventualidad de su muerte con una serenidad insólita y un enorme autocontrol psíquico y emocional. Encarna el sentido del honor y de la dignidad, a la manera del samurai japonés. Al mismo tiempo encarna al superhombre de Nietzsche. No hay lugar en su espíritu para los sentimientos humanos. Su figura austera, silenciosa, distante, rigurosa y trágica, ha servido de modelo a numerosas réplicas e imitaciones posteriores.
(sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
La acción dramática tiene lugar en París, a lo largo de un día y medio (desde el sábado 4 de abril a las 18 horas hasta el domingo 5 de abril a las 22/23 horas, de 1967. Jeff Costelo (Alain Delon), asesino a sueldo, recibe el encargo de matar al propietario de un club de noche (“Martey’s”). Retenido por la policía junto con otros muchos sospechosos, y posteriormente puesto en libertad gracias al testimonio de Valérie (Rosier) y de Jeanne Lagrange (Natalie Delon), es perseguido a la vez por el superintendente de la policía (Périer) con todos sus hombres y por los hampones que le encargaron el último trabajo. Costelo, de unos 30 años, frío, imperturbable, implacable, de pocas palabras, serio, hierático y orgulloso, no refleja a través del rostro ninguna emoción. Valérie, mulata, es la teclista de la orquesta del club de noche Martey’s y vive en una lujosa mansión. Jeanne practica la prostitución de lujo, es la amante de Jeff y nunca hará nada que pueda perjudicarlo.
El film suma thriller, crimen y drama. Está considerado como una de las mejores obras de cine negro (polar) francés. La historia se narra con minuciosidad, atención al detalle, meticulosidad y sin elipsis. Este hecho se hace particularmente patente en la larga escena de la persecución de Jeff en el metro de París, tantas veces imitada en películas posteriores.
La estilización del relato, su desnudez y esencialidad, le dan un aire abstracto, intemporal y categórico, que eleva su nivel de consideración e interés. El personaje principal, construido con riqueza de matices y bien definido, vive en una situación de extrema soledad, acepta su destino con serenidad y dignidad casi religiosas, hace su trabajo con pretensiones de perfección y se sitúa ante la eventualidad de su muerte con una serenidad insólita y un enorme autocontrol psíquico y emocional. Encarna el sentido del honor y de la dignidad, a la manera del samurai japonés. Al mismo tiempo encarna al superhombre de Nietzsche. No hay lugar en su espíritu para los sentimientos humanos. Su figura austera, silenciosa, distante, rigurosa y trágica, ha servido de modelo a numerosas réplicas e imitaciones posteriores.
(sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Los diálogos son breves y, en ocasiones, lacónicos, pero expresivos y vibrantes. El soundtrack recoge sonidos singulares, como el trino del pájaro de la jaula, el rugido del motor de una moto, la puesta en marcha del coche sustraído, los golpes de los nudillos de la mano en la puerta, etc. La atmósfera, tensa e inquietante, se hace cautivadora y absorbente.
Trata el tema de la culpabilidad y de la ambigüedad. Se establecen líneas de equivalencia entre las conductas de la policía y del malhechor. La cita del “Book of Bushido” (Libro de Bushido), que encabeza el film, es falsa, pero resulta muy útil para situar desde el comienzo la atención del espectador en uno de los temas centrales del film. Es excelente la interpretación de Alain Delon, que luce una imperturbable e inexpresiva, pero muy oportuna, cara de póquer. En esta película, como hace en otras, el realizador deja constancia visual de sus sentimientos de amor a París. Integran la llamada “trilogía samurai” de Melville este film, “El círculo rojo” (1970) y “Crónica negra” (1972).
La música, de François de Roubaix (“Adiós amigo”, Herman, 1968), ofrece una partitura original jazzística, son solos de teclados, piano, acordeón y trompeta, que acompañan con dramático lirismo la desolada soledad del protagonista. La fotografía, de Henri Decae (“Círculo rojo”, Melville, 1970) en color (eastmancolor), describe con especial atención los ambientes nocturnos, las calles oscuras, los ambientes subterráneos, los locales opresivos (taller del coche) y los espacios degradados (apartamento de Jeff). Hacia el final aumenta la prevalencia del cromatismo de azules densos y grises, contrastados con ardientes granates y rojos, que intensifican la frialdad y la desolación del conjunto.
Es uno de los mejores trabajos de Melville, precursor de la “nouvelle vague” y héroe de la Resistencia.
Trata el tema de la culpabilidad y de la ambigüedad. Se establecen líneas de equivalencia entre las conductas de la policía y del malhechor. La cita del “Book of Bushido” (Libro de Bushido), que encabeza el film, es falsa, pero resulta muy útil para situar desde el comienzo la atención del espectador en uno de los temas centrales del film. Es excelente la interpretación de Alain Delon, que luce una imperturbable e inexpresiva, pero muy oportuna, cara de póquer. En esta película, como hace en otras, el realizador deja constancia visual de sus sentimientos de amor a París. Integran la llamada “trilogía samurai” de Melville este film, “El círculo rojo” (1970) y “Crónica negra” (1972).
La música, de François de Roubaix (“Adiós amigo”, Herman, 1968), ofrece una partitura original jazzística, son solos de teclados, piano, acordeón y trompeta, que acompañan con dramático lirismo la desolada soledad del protagonista. La fotografía, de Henri Decae (“Círculo rojo”, Melville, 1970) en color (eastmancolor), describe con especial atención los ambientes nocturnos, las calles oscuras, los ambientes subterráneos, los locales opresivos (taller del coche) y los espacios degradados (apartamento de Jeff). Hacia el final aumenta la prevalencia del cromatismo de azules densos y grises, contrastados con ardientes granates y rojos, que intensifican la frialdad y la desolación del conjunto.
Es uno de los mejores trabajos de Melville, precursor de la “nouvelle vague” y héroe de la Resistencia.