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Western
Una joven, su sobrina y un encargado de la diligencia son retenidos por unos forajidos que esperan un cargamento de oro. (FILMAFFINITY)
12 de julio de 2009
39 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer western del realizador Henry Hathaway (1898-1985). El guión es original de Dudley Nichols (“La diligencia”, Ford, 1939), colaborador habitual de John Ford. Se rueda en escenarios exteriores de Lone Pine (CA) y en los platós de Fox Studios (Century City, CA). Producido por Samuel G. Engel (“Pasión de los fuertes”, Ford, 1946) para la Fox, se estrena el 25-III-1951 (EEUU).
La acción dramática tiene lugar en la estación de posta de Látigo (Rawhide) (Arizona), en torno a 1880. Una estación de posta era el lugar donde la diligencia hacía un alto en el camino para cambiar los tiros de mulas y para que pasajeros y tripulantes pudieran comer y reponer fuerzas. La de Látigo (Rawhide) se hallaba aproximadamente a mitad de camino entre San Francisco (CA) y Saint Louis (Missouri), separadas por 2.700 km. El viaje completo consumía 25 días y costaba 200 USD por persona, comidas incluidas. Tom Owens (Power), de unos 20 años, hijo del superintendente (gerente) de la compañía, se halla en Látigo para aprender el oficio bajo la tutela de Sam Todd (Buchanan). En la diligencia llega una joven llamada Vinnie Holt (Hayward), con su sobrina de 2 años, Cali. Por razones de seguridad, ante la presencia de cuatro reclusos fugados de prisión, se la obliga a permanecer en la estación durante 24 horas. Los forajidos son Zimmerman (Marlowe), condenado a la pena capital por asesinato, y sus compañeros Yancy (Jagger), Tevis (Elam) y Gratz (Tobias). Tom es tranquilo, poco decidido y reservado. Vinnie es valiente, desenvuelta, luchadora e independiente. Va a San Francisco, donde tiene trabajo como cantante de “saloon”. Zimmerman es elegante, culto, refinado (su imagen no corresponde a la habitual de un forajido) y distante.
El film suma western, acción, drama, crimen, romance y thriller. Es un híbrido de dos géneros principales: el western y el thriller, de acuerdo con una costumbre frecuente en las películas de la Fox de los años 40 y 50 (1). Se sirve de escenarios amplios y abiertos, propios del western, y de un único escenario cerrado, opresivo y claustrofóbico (2), propio del cine negro clásico. El director imprime en todas las escenas (de interior y exterior) un movimiento ininterrumpido de los actores, que convierten la cinta en un relato de acción intensa, en la que la tensión sólo remite ocasionalmente a manos de toques aislados de un humor bien construido y administrado con habilidad. Los principales puntos de apoyo del humor son el forajido Nancy, ingenuo, tragón, borrachín y miedoso; el malhechor Gatz, hosco, presumido y aficionado a las prendas de vestir lujosas; y la voz en off de presentación de la historia. Junto al humor hace uso de otro recurso de distensión: la ternura que suscita la pequeña huérfana Cali, juguetona, inocente y encantadora, ajena a la tragedia en la que han muerto sus padres.
(Sigue sin “spoilers”)
La acción dramática tiene lugar en la estación de posta de Látigo (Rawhide) (Arizona), en torno a 1880. Una estación de posta era el lugar donde la diligencia hacía un alto en el camino para cambiar los tiros de mulas y para que pasajeros y tripulantes pudieran comer y reponer fuerzas. La de Látigo (Rawhide) se hallaba aproximadamente a mitad de camino entre San Francisco (CA) y Saint Louis (Missouri), separadas por 2.700 km. El viaje completo consumía 25 días y costaba 200 USD por persona, comidas incluidas. Tom Owens (Power), de unos 20 años, hijo del superintendente (gerente) de la compañía, se halla en Látigo para aprender el oficio bajo la tutela de Sam Todd (Buchanan). En la diligencia llega una joven llamada Vinnie Holt (Hayward), con su sobrina de 2 años, Cali. Por razones de seguridad, ante la presencia de cuatro reclusos fugados de prisión, se la obliga a permanecer en la estación durante 24 horas. Los forajidos son Zimmerman (Marlowe), condenado a la pena capital por asesinato, y sus compañeros Yancy (Jagger), Tevis (Elam) y Gratz (Tobias). Tom es tranquilo, poco decidido y reservado. Vinnie es valiente, desenvuelta, luchadora e independiente. Va a San Francisco, donde tiene trabajo como cantante de “saloon”. Zimmerman es elegante, culto, refinado (su imagen no corresponde a la habitual de un forajido) y distante.
El film suma western, acción, drama, crimen, romance y thriller. Es un híbrido de dos géneros principales: el western y el thriller, de acuerdo con una costumbre frecuente en las películas de la Fox de los años 40 y 50 (1). Se sirve de escenarios amplios y abiertos, propios del western, y de un único escenario cerrado, opresivo y claustrofóbico (2), propio del cine negro clásico. El director imprime en todas las escenas (de interior y exterior) un movimiento ininterrumpido de los actores, que convierten la cinta en un relato de acción intensa, en la que la tensión sólo remite ocasionalmente a manos de toques aislados de un humor bien construido y administrado con habilidad. Los principales puntos de apoyo del humor son el forajido Nancy, ingenuo, tragón, borrachín y miedoso; el malhechor Gatz, hosco, presumido y aficionado a las prendas de vestir lujosas; y la voz en off de presentación de la historia. Junto al humor hace uso de otro recurso de distensión: la ternura que suscita la pequeña huérfana Cali, juguetona, inocente y encantadora, ajena a la tragedia en la que han muerto sus padres.
(Sigue sin “spoilers”)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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Una tercera instancia de distensión viene dada por el coche festivo que se produce entre la actitud severa de los hombres del lugar y el desenvuelto atrevimiento de Vinnie, capaz de pegar una bofetada en plena cara a un forajido, enzarzarse en una pelea a golpes con Tom, cuando la retiene en Látigo por motivos de seguridad, empuñar un rifle en defensa de los suyos o poner la mesa a los forajidos con desafiante malhumor.
La desinhibición de Vinnie constituye una gozosa explosión de vitalidad, de amor a la vida y de empuje propio de las mujeres pioneras. Con todo, el realizador renuncia a la grandeza de los hechos para explicarlos de una forma intrascendente, que roza la figura, cómica y en el fondo machista, de la inversión de géneros.
Los caracteres principales (4 forajidos, Tom y Vinnie) están bien construidos y pulcramente diferenciados. Esto se consigue sin exploraciones psicológicas: sólo mediante el análisis de las relaciones, fricciones, enfrentamientos y conflictos de los personajes, como corresponde a un realizador que prima por encima de todo la acción y el movimiento. La tensión del relato se mantiene a lo largo de todo el metraje. Sigue una curva ascendente, que no se resuelve hasta los últimos planos. Es interesante observar cómo Hathaway extrae tensión de un jarro de agua, un cuchillo de cortar pan, un trozo de papel extraviado, la sonrisa cínica de Tevis, los aullidos de los coyotes, el sonido de la corneta de avisos, etc. La obra es el remake de “Show Them No Mercy!” (Marshall, 1935).
La banda sonora, original de Sol Kaplan (“Niágara”, Hathaway, 1953) y dirigida por Lionel Newman, ofrece una partitura breve que suma cortes de marcha country (que siguen a la diligencia) y cortes ambientales dramáticos de concepción moderna e innovadora. La canción “A Rollin’ Stone”, que canta Yancey, es de Lionel Newman. La fotografía, de Milton Krasner (”Eva al desnudo”, Makiewicz, 1950), en B/N, crea imágenes dinámicas, compone luces bien contrastadas, sombras densas y presenta un dibujo muy cuidado y de gran belleza visual.
(1) José Mª. LATORRE, “El correo del infierno”, ‘Dirigido por’, nº 391, pág. 86, julio-agosto 2009.
(2) Augusto M. TORRES, “El correo del infierno”, ‘Cine mundial’, España Ed., págs. 203-204, Madrid 2006.
La desinhibición de Vinnie constituye una gozosa explosión de vitalidad, de amor a la vida y de empuje propio de las mujeres pioneras. Con todo, el realizador renuncia a la grandeza de los hechos para explicarlos de una forma intrascendente, que roza la figura, cómica y en el fondo machista, de la inversión de géneros.
Los caracteres principales (4 forajidos, Tom y Vinnie) están bien construidos y pulcramente diferenciados. Esto se consigue sin exploraciones psicológicas: sólo mediante el análisis de las relaciones, fricciones, enfrentamientos y conflictos de los personajes, como corresponde a un realizador que prima por encima de todo la acción y el movimiento. La tensión del relato se mantiene a lo largo de todo el metraje. Sigue una curva ascendente, que no se resuelve hasta los últimos planos. Es interesante observar cómo Hathaway extrae tensión de un jarro de agua, un cuchillo de cortar pan, un trozo de papel extraviado, la sonrisa cínica de Tevis, los aullidos de los coyotes, el sonido de la corneta de avisos, etc. La obra es el remake de “Show Them No Mercy!” (Marshall, 1935).
La banda sonora, original de Sol Kaplan (“Niágara”, Hathaway, 1953) y dirigida por Lionel Newman, ofrece una partitura breve que suma cortes de marcha country (que siguen a la diligencia) y cortes ambientales dramáticos de concepción moderna e innovadora. La canción “A Rollin’ Stone”, que canta Yancey, es de Lionel Newman. La fotografía, de Milton Krasner (”Eva al desnudo”, Makiewicz, 1950), en B/N, crea imágenes dinámicas, compone luces bien contrastadas, sombras densas y presenta un dibujo muy cuidado y de gran belleza visual.
(1) José Mª. LATORRE, “El correo del infierno”, ‘Dirigido por’, nº 391, pág. 86, julio-agosto 2009.
(2) Augusto M. TORRES, “El correo del infierno”, ‘Cine mundial’, España Ed., págs. 203-204, Madrid 2006.