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Voto de Wellesford:
10
Drama Estados Unidos, años 50. Jack (Hunter McCracken) es un niño que vive con sus hermanos y sus padres. Mientras que su madre (Jessica Chastain) encarna el amor y la ternura, su padre (Brad Pitt) representa la severidad, pues la cree necesaria para enseñarle al niño a enfrentarse a un mundo hostil. Ese proceso de formación se extiende desde la niñez hasta la edad adulta. Es entonces cuando Jack (Sean Penn) evoca los momentos trascendentes ... [+]
19 de febrero de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un poema ilustrado de imágenes que producen fascinación; una reflexión sobre el sentido de la vida; un recuerdo a la infancia perdida; un diálogo con Dios y una exposición del origen del universo. Todo eso es lo que Malick ha plasmado con su cámara en esta película.
La pérdida de un hijo, un hermano es el punto de inflexión para ofrecernos un embelesado y onírico viaje desde la Nada hasta la aceptación de la Muerte. Metáforas prodigiosamente fotografiadas embelesan la pantalla en un canto al AMOR, así, con mayúsculas porque la presencia de la madre (Jessica Chastain), representa la bondad y la verdadera fe en el amor. El padre (Brad Pitt) es la autoridad, el rigor, en otras palabras: la responsabilidad para con la vida. Y ya los niños son el germen de la vida y la inocencia del mundo.
Veo una dualidad entre Dios y la Naturaleza (o habría que decir Ciencia). Los personajes practican la fe y muestran sus pensamientos ante Dios, pero Malick sugiere una evolución de la vida, deslumbrante en su concepción, generada por eclosión y determinada por la primera célula, pasando por los dinosaurios: he ahí oculto el eterno debate de la humanidad.
Por otro lado estamos ante una película maravillosamente surreal, llena de sentimientos y reflexiones, claramente no apta para adeptos a narrativas convencionales, pero realizada con pasión, desbordante de sutileza en sus planos e iluminada por una fotografía hechizante e hipnótica que consigue rociar de embriagadora belleza cada imagen, para el placer de nuestros ojos. Magistral e imperecedera.
Wellesford
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