Una detective es internada en un sanatorio psiquiátrico, supuestamente para descubrir un crimen, como el director que estaba coludido con el cliente de esta mujer, se haya fuera del hospital, los psiquiatras no le creen y la tratan como a los demás pacientes, sus únicos aliados en esa confusión serán uno de sus psiquiatras y Montse, una de las enfermeras.
La historia es tramposa, aunque interesante, nos adentra en el mundo de la locura sin llegar a mostrarnos la cruda realidad de esas instituciones, que en general suelen ser mucho más sórdidas que lo retratado en la película, la cuál es más un drama psicológico con tintes románticos, que una mirada realista sobre las instituciones mentales.
Los diálogos son acertados, las situaciones un poco exacerbadas y caprichosas, pero en general se tolera, interpretaciones correctas, y algunas incluso destacadas como la de Alejandro Camacho.