Muy original, no es, no... pero creo que Rigoberto Castañeda sale decentemente librado de su intención de hacer un film de fantasmas.

La atmósfera es inquietante, quizás un poco reiterativa, y me ha gustado que se huya de los tópicos al uso de las películas mexicanas, donde los policías son corruptos, los niños de la calle, las mordidas son lo que hay, y el protagonista o es mariachi o drogadicto.

Frente a la avalancha de terror japonés, una cosa buena: se entiende. que no es poco. El cine de fantasmas asiático, lo sé, parte de un registro cultural distinto al nuestro, lo que nos hace difícil entender algunas de las cosas que salen y quedan inexplicadas en las películas tipo "The Ring" o "The Eye", pero es que llegábamos a un punto ridículo, en el que hay veces en que acababas la película sin enterarte de qué había pasado con la mitad de los personajes. Aquí, al menos, sabes cómo acaba.

Un pero. Horroroso Adría Collado, llorón, histérico, y chillón. No sé si se lo han hecho hacer así, o es una lectura personal de su papel.