Partiendo de la base de que es muy difícil adaptar una novela a la gran pantalla, hacerlo con el libro de Anthony Burgess, por sus características, era una tarea harto complicada. Pero el maestro Kubrick es uno de los grandes por algo, así que, pasados los años, parece claro que sólo él podía acometer dicha tarea y salir airoso.

Kubrick lleva el libro a su terreno en el sentido visual, con una fotografía y vestuarios impactantes y rompedores. Muchas de las imágenes que más se recuerdan de la filmografia del director neoyorquino están en este filme. No escatima en mostrar toda la violencia que acometen Alex y sus drugos en todo su esplendor, y por supuesto tampoco se corta a la hora de usar el lenguaje nadsat de la novela. La bellísima banda sonora de Beethoven (aunque creo recordar que en el libro Alex era fan de otros compositores) nos muestra ese contraste con las acciones delictivas de los protagonistas.

Malcolm McDowell clava al personaje en su mejor actuación. Del resto de actores la verdad es que no destaca especialmente ninguno (ni negativa ni positivamente), si bien esto no lastra la película. Hay escenas que para la época que se reodaron supusieron un auténtico puñetazo en la cara, algunas rozando lo desagradable. Pero ese es el encanto de esta magistral película.