Estratégica entrega del FMI del todo aconsejable. Esto es puro cine de acción con intriga incesante. Ideal para los entusiastas de este estilo de películas.
Se puede decir que Tom es Ethan Hunt, se cree el personaje a pies juntillas y ahí radica una de las bases sólidas de la serie. Tom seguro que va por la calle en plan Misión Imposible, incluso para coger el autobús, y se crece, como haría cualquiera, ante personajes como el de Rebecca Ferguson, una agente experta en el arte de la expresión corporal.
El argumento sigue la línea idónea para misiones imposibles, con unos fabulosos giros de todo orden, incluso acuáticos. Luego, como si la serie televisiva fuera, agentes de campo reconocibles por los episodios anteriores y, cómo no, la musiquilla marchosa y la claves de rigor: Su misión, si desea aceptarla… etc, etc, hasta el estribillo: Esta grabación se autodestruirá en 5 segundos, y zas, el gas pestoso.
Así nos situamos en el ambiente. Luego podremos ver aires británicos, mundo y una estética 007 reconocible. Sin pegas, no por eso vamos a hundir a Ethan en la miseria. La globalización es lo que tiene, que el mundo se hace pequeño, que las misiones chocan entre sí con otras series y terminan pareciéndose, pero qué más da… Lo importante es que ahí está nuestro amigo Alec Baldwin con toda seriedad diciéndonos, y a los jefes también, que estos tíos están fuera de control, y, en frente, un excepcional malo que convence aunque sea el mil veces representado. Siempre mola un malo de aspecto frío y cruel y que vaya sobrado de planes jodidos para la humanidad. Así es el mundo del FMI, al cual tú, por supuesto, no perteneces.

Entreguemos nuestra confianza a Tom sin dudarlo. Se esfuerza para su público y para sus compañeros. Trabaja. Es una persona honrada, tal vez por eso caiga mal a algunos, y disfrutemos de la fantasía de los agentes secretos y de las organizaciones que mueven los hilos del mundo bajo conspiraciones. La imaginación malvada es lo que lo vale. Disfrutemos de las siempre bienvenidas persecuciones, incluida tal vez la mejor persecución de motos jamás grabada, y de ese humor encubierto que viene de fábrica con estas superproducciones. Creo que está muy conseguida, es fiel a su espíritu y disfrutable al máximo.
Y al que no le guste Londres, siempre le quedará París.