Tal vez no sea la comedia de nuestra vida pero sí es una obra dirigida con mano maestra enfocada hacia el buen gusto. Sofisticada y lujosa parte con dos trabajadoras sencillas que están a lo suyo, que es cantar, una es morena y la otra rubia y la rubia no es la tonta. Ni la morena.

La rubia lo tiene claro, busca el amor por medio de una pista clara: los diamantes. Quien tenga diamantes le vale. Sabe que los diamantes es lo más seguro para la mujer. El dinero se devalúa, las acciones bajan y los negocios quiebran; un hombre puede brillar pero puede perder el brillo con el tiempo, en cambio un diamante nunca le fallará a la mujer, será inalterable, siempre tan brillante como el primer día que lo vio. Nadie podrá negar la razón de peso de la rubia. ¿Acaso debe casarse con un hombre feo y pobre pudiendo elegir?

La morena es diferente, ella se casará por amor y su hombre no tiene por qué tener diamantes. También es un razonamiento válido.

Un viaje en barco por el Atlántico con el estilo y con el cuidado de Hawks para conseguir su objetivo: encantar. Encantar un rato, sin más problemas y de la forma más fácil: con algo de humor y un poco de música alegre. Para ello los personajes aun los que son meros adornos tienen que estar a la altura, pero los que interesan además de sus peculiaridades bien definidas, deben demostrar su valía y por supuesto que lo hacen, como el niño, que es el más serio de todos.

Tal vez sea una nadería de esas que se saborean y a otra, pero de vez en cuando uno se debe adentrar en el mundo de Hawks en el que lo más complicado que hay es encontrar el amor, lo demás es espectáculo.