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Voto de Antonio Morales:
6
Western Considerada la mejor película de la época muda de John Ford, un western alrededor del ferrocarril y el espíritu pionero de los Estados Unidos de América. El presidente Lincoln ha autorizado la construcción de un enlace entre las líneas ferroviarias de la Union Pacific y la Central Pacific. Un contratista (Will Walling) y un topógrafo (George O´Brien) emprenden viaje con el objetivo de trazar la ruta idónea, pero, aunque logran localizar ... [+]
11 de agosto de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El caballo de hierro” es el film silente más recordado de John Ford, el nombre poético en sentido figurado del ferrocarril, símbolo de progreso y civilización del siglo XIX. “El caballo de hierro” fue la respuesta rápida y contundente de la Fox al éxito de “La caravana de Oregón”, producida un año antes por la Paramount. El magnate William Fox tiró la casa por la ventana y le dio a John Ford, que nunca antes había contado con tantos medios (5.000 figurantes, 1.300 bisontes, 2.000 caballos, 10.000 cabezas de ganado y un par de locomotoras auténticas), carta blanca para que evocara de la manera más épica posible la construcción del primer tendido ferroviario transcontinental, en el arco temporal comprendido entre los años 1863 y 1869.

A partir de la pugna que se establece entre las compañías Union Pacific y Central Pacific, con el aderezo obligatorio de una historia sentimental protagonizada por Dave Brandon (George O´Brian) y Miriam Marsh (Madge Bellamy), antigua novia de adolescencia a la que Brandon declara su amor mientras busca al asesino de su padre y trabaja en el abastecimiento de los obreros ferroviarios. Pero el director supo nadar eficazmente entre dos aguas: la del superespectáculo que le demandaba el productor y la de su propio concepto del western. Al parecer el gran equipo de rodaje tuvo muchas dificultades por la meteorología, soportando temperaturas de 25 grados bajo cero en el estado de Nevada, lugar del rodaje en el invierno de 1924. Puede ser que la película tenga ese tono ambivalente, improvisado a pesar de que se vislumbre una cuidadosa producción y una dirección tan certera como exclusivamente supeditada a la grandeza del tema, debido a las dificultades intrínsecas del rodaje.

Porque “El caballo de hierro”, que está bien resuelta, no alcanza las cotas inventivas de otros films del cineasta en la misma época muda. Pues oscila entre el sentimiento del espectáculo tradicional y el distanciamiento, recubierto de cierta socarronería a la hora de tratar la gesta épica. La presencia de los tres viejos borrachines de ascendencia irlandesa, naturalmente, viene a agilizar los pasajes más farragosos de la titánica empresa ferroviaria; de la misma forma que resulta bien patente del tono casi caricaturesco que Ford quiere imprimir en algunas ocasiones. La versión que he tenido la ocasión de ver, está restaurada y disfruta de una estupenda banda sonora creada por John Lanchbery. En definitiva, no es un gran Ford, pero cualquier aficionado al cine debería verla, aunque sólo sea por su valor histórico.
Antonio Morales
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