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Voto de Antonio Morales:
8
Bélico. Drama Año 1942, en plena Segunda Guerra Mundial. Mientras los ejércitos de Alemania y Rusia luchan encarnizadamente y el mundo espera con ansiedad el desenlace de la batalla de Stalingrado, un francotirador ruso, Vassili Zaitsev, persevera en la empresa de eliminar a sus enemigos uno por uno. Danilov -el oficial encargado de la propaganda soviética- lo convierte en un héroe nacional que debe servir de ejemplo para animar a las tropas a ... [+]
17 de febrero de 2016
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante uno de los mejores films bélicos del nuevo siglo, que aúna espectacularidad e intimismo al mismo tiempo. Jean Jacques Annaud, es un cineasta francés que a través de sus films intenta asimilar el cine de autor con criterios comerciales. “Enemigo a las puertas” es una gran superproducción, un film épico y romántico a un tiempo, un lujoso melodrama bélico en el que el cineasta, recicla las convenciones narrativas más clásicas del género en favor del espectáculo. El film se inspira en la célebre batalla de Stalingrado, uno de los choques más cruentos de la 2ª Guerra Mundial, donde murieron entre civiles y militares, cerca de 2 millones y medio de personas. Las tropas soviéticas, apostadas en las ruinas de la ciudad, luchando contra las bombas, las balas, la enfermedad y el hambre para derrotar al poderoso VI ejército alemán del general Von Paulus.

En esta conmovedora historia, se dan cita las constantes del cine bélico hollywoodiense, tenemos un conflictivo triangulo amoroso incrustado en un escalofriante escenario de muerte y destrucción. El francotirador soviético Vasilli Zaitsev (Jude Law), el comisario político Danilov (Joseph Fiennes) y la miliciana Tania Chernova (Rachel Weisz), reúnen los ingredientes para articular un conflicto de emociones y sentimientos encontrados. Vassili es un héroe cuyas hazañas han levantado la moral del maltrecho ejército rojo; Danilov, un tecnócrata del Partido Comunista, envidia a su amigo no por su fama ni por su habilidad innata con el fusil, sino por ser amado por Tania, una joven judía que lucha contra los nazis para vengar a sus padres asesinados. La cámara sigue a los personajes con indudable ternura, las palabras, los gestos, las miradas nos transmiten sus miedos e incertidumbres, expresando esa sensación que gravita sobre las imágenes del film, la de vivir intensamente porque puede ser el último día de vida.

Pero por encima de todo, la columna vertebral del film, lo que prevalece es el titánico duelo que se establece entre Vassili y el mayor Köening (un magistral Ed Harris). Su mirada hiela la sangre, el oficial alemán, otro brillante francotirador, se dedica a perseguir a su contrincante, pero no sólo para cumplir la misión que le han encomendado, además quiere probarse a sí mismo que es el mejor. El cineasta francés nos describe con minuciosidad la estrategia y la audacia de ambos especialistas en el disparo certero, su metodología instintiva en el ruso y la técnica depurada del teutón, bien planificadas y rodadas por el director, valorando la ruda fisicidad del dantesco escenario donde merodea la muerte.

Es preciso añadir que el cineasta galo, con su pulso atemperado, no pierde la oportunidad de mostrarnos la otra cara de la guerra en armonía con el drama intimista y romántico: el “modus operandi” de los comisarios políticos que, bajo órdenes directas de Stalin sacrificaban a la población civil, transformándolos en ratas que se arrastraban entre los escombros, bajo el subsuelo para sobrevivir. Exponiendo la villanía de los ideólogos comunistas y sus métodos intimidatorios, personalizados en la figura del enviado especial enviado desde el Kremlin, el camarada Nikita Kruschev (Bob Hopkins). Una de las mejores películas bélicas de los últimos tiempos.
Antonio Morales
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