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Voto de Antonio Morales:
6
Drama A un instituto lleno de alumnos problemáticos y con unos resultados académicos muy bajos, llega Henry Bathes, un profesor sustituto que posee un auténtico don para conectar con los alumnos. Pero Henry prefiere ignorar su talento. Al trabajar sólo sustituciones, nunca permanece bastante tiempo en un instituto como para mantener una relación afectiva con sus alumnos o sus compañeros. Cuando llega a este instituto donde una frustrada ... [+]
3 de noviembre de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los últimos años, igual que vemos en la película, en los colegios e institutos públicos, como fiel reflejo de la sociedad actual, se percibe una deshumanización del individuo, un pasotismo, una crisis de valores, que es en cierto modo, lo que denuncia este film del irregular Tony Kaye, siempre interesado en temas sociales, prueba de ello, su primer y aclamado film, “American History X), una aguda reflexión sobre el fascismo y la violencia entre los jóvenes. El principal problema de la educación, aparte de otros – falta de medios económicos, masificación por aula – es la falta de respeto al profesor por parte del alumno, seguramente influido por el entorno social. Yo recuerdo en mi época de estudiante que al profesor se le trataba de usted, y cuando recibía algún castigo, eran mis padres los primeros en apoyarle e interesarse por el asunto. Ese concepto absurdo y viciado, que mantiene la progresía en el sentido que el profe es un “colega” y hay que “enrollarse bien en clase”, es un método nefasto para la educación. Yo creo que debe mantenerse el principio de autoridad hacia el profesor, como responsable del aula, la disciplina debe imperar debiendo ser respetada por todos los alumnos.

Sin esfuerzo no hay educación posible, si uno no se esfuerza todo es inútil. La película, sórdida y fatalista, ni dulcifica ni idealiza la educación, simplemente la muestra. El hecho de que su guionista, Carl Lund, fuera maestro de secundaria antes de dar el salto al cine, marca la dureza de su visión. El cinismo con el que retrata a Henry Barthes (Adrien Brody), resulta leve si lo comparamos con el futuro desesperanzador que se cierne sobre los actuales sistemas de educación. El individualismo a toda costa, la apatía general que mantiene a todos aborregados y, sobre todo, la incapacidad de hacer el más mínimo gesto por ayudar a los demás, se reproduce en profesores, alumnos, y lo que es más grave, padres, incapaces todos ellos de recolocar sus respectivas figuras en una sociedad huérfana de disciplina que abraza el caos como filosofía lectiva. No es casual por ello, que el título del film “Detachment” significa: Desapego.

La película de Kaye, a pesar de la denuncia, no deja de ser un drama con grandes momentos poéticos, algo intrínseco al cineasta por su pasado como pintor. Presenta a los personajes con una estética cruda y desnuda, todos ellos tienen un gran espesor dramático. Si hay belleza en este film, no es en un sentido convencional, es en el subjetivismo radical, en el día a día de Henry, su frustración personal y sus traumas de infancia, su capacidad para comprender y conectar con sus semejantes, dentro y fuera del centro docente. El cineasta centra su cámara en Henry, desde el principio se convierte como en un faro dramático que el espectador sigue, sin juzgarle, pero sin demasiada empatía por su actitud algo altiva, presumiendo de cierta superioridad moral, cuando en realidad se trata de un ser humano tan desestructurado y perdido como todos aquellos que le rodean.
Antonio Morales
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