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Voto de Antonio Morales:
6
Drama Roslyn Tabor (Marilyn Monroe), una joven que llega a Reno (Nevada) para divorciarse, conoce a un viejo vaquero (Clark Gable) y decide quedarse unos días en su cabaña. Poco después, él encuentra en las montañas una manada de caballos salvajes y decide capturarlos para vender la carne, contando con la ayuda de un vaquero especialista en rodeos (Montgomery Clift). (FILMAFFINITY)
19 de diciembre de 2013
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo un tiempo en el que el cine vivía con naturalidad su propia existencia y aún no se cultivaba el género de las llamadas “cult movies”. “Vidas rebeldes” se convirtió pronto en una especie de película mítica. Las causas eran que se trataba del último trabajo de Marilyn Monroe y Clark Gable, que el guión era obra del dramaturgo Arthur Miller y en ese momento era marido de Marilyn, e incluso la música de jazz compuesta por Alex North para el film. Más adelante a esos elementos se añadió la presencia de John Huston como director, ya que el tema daba pie a la teoría del amor del cineasta por los personajes perdedores, y también por los caballos, signo de autoría del director de “La jungla de asfalto”.

Perdedores y caballos, en ambos se encuentra el sentido de este duro y triste relato, que contiene casi todo para ser un buen film, pero no lo es. El argumento guarda un paralelismo sospechoso con lo que están viviendo en la vida real los actores, una similitud de la que es difícil sustraerse. Un relato autobiográfico y personal de unos seres inadaptados a un mundo que está cambiando a pasos agigantados, unos personajes anacrónicos: Roslyn (una sensual Marilyn Monroe) una mujer a quien le resulta difícil compartir su sensibilidad con quienes le rodean; Gay (extraordinario Clark Gable), practicante de una forma de vida que se ha extinguido; Perce (perfecto Montgomery Clift) lanzado por la pendiente de la autodestrucción; Guido (estupendo Elli Wallach), un individuo que cambia fácilmente de opinión, y no es más que un espejo donde se contemplan los demás.

El personaje más lúcido sin duda es el de Isabelle (magnífica Thelma Ritter), que vive de ser testigo de los divorcios en Reno. La falta de densidad se hace notar, Marilyn no ayuda a Huston a dar el tono adecuado, no transmite esa subrayada (producto de su orfandad) sensibilidad del personaje, decisiva de cara a las relaciones que todos ellos mantienen, pues ella es la piedra angular del relato de Miller, que no deja muy claro si esta obra escrita para su esposa, es un homenaje o un reproche.

Al parecer Marilyn ya tenía problemas con el alcohol, depresiones emocionales del desamor y conflictos con Miller, que todos sabemos cómo acabó. Aunque posee escenas maravillosas, en mi opinión es un film sobrevalorado por ese pesimismo de unos seres descolocados por el progreso y sin futuro, cowboys que ya no montan a caballo, lanzan la cuerda desde un camión para cazar unos equinos salvajes que no domarán para venderlos, porque esa carne ahora la utilizan para hacer comida para perros y gatos.
Antonio Morales
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