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Voto de Antonio Morales:
8
Drama Biografía sobre el pintor británico, J.M.W Turner (1775-1851). Artista reconocido, ilustre miembro de la Royal Academy of Arts, vive con su padre y su fiel ama de llaves. Es amigo de aristócratas, visita burdeles y viaja frecuentemente en busca de inspiración. A pesar de su fama, también es víctima de las burlas del público y del sarcasmo de la sociedad. Profundamente afectado por la muerte de su padre, decide aislarse. Su vida cambia ... [+]
5 de enero de 2016
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Mallord William Turner, fue un pintor inglés especializado en paisajes, considerado comúnmente como "el pintor de la luz", su trabajo es homologado como un prefacio romántico al impresionismo, autor de la famosa frase: “¡El Sol es Dios!”. El film goza de una antológica fotografía y un impecable trabajo de dirección artística característico del cine británico. La película arranca con una imagen – ese plano general del paisaje holandés – que parece indicarnos que, en efecto, vamos a ver un film sobre la vida de un artista que se va a esforzar en reproducir en pantalla las más famosas imágenes y hasta los colores característicos de la obra del pintor biografiado.

Pero le sigue un movimiento de cámara que rompe ese estatismo, demostrando que “Mr. Turner” no es una recreación estética ni esteticista de la obra de J. M. W. Turner (1775-1851), por más que no evite esa recreación, la cual está en todo momento dramáticamente justificada; tampoco es, ni mucho menos, lo que se denomina un “biopic” al uso, dado que no pretende abarcar la totalidad de la existencia del pintor porque se centra en sus últimos años (salvo alguna referencia verbal a su infancia o juventud); “Mr. Turner” más bien pretende ser el retrato de un gran artista, desde un punto de vista humano.

Utilizando un símil pictórico, el film vendría a ser como un dibujo impresionista de la vida del pintor (interpretado magistralmente por el actor Timothy Spall), llevado a cabo mediante rápidas pinceladas sobre momentos relevantes de esa última etapa de su existencia: su relación con el también pintor Benjamin Robert Haydon (Martin Savage), quién suele acudir a Turner para que le preste dinero para paliar su acuciante situación económica. Su enfrentamiento con el no menos grande John Constable (James Fleet) a quien insulta delante de los miembros de la Academia del arte, y la relación con la viuda Sophia Booth (Marion Bailey) con la que convivió hasta su muerte, forman un compendio de su decisiva etapa creativa.

Pero el film, no es sólo eso, es el retrato en profundidad del artista, un tipo singular que bajo su apariencia huraña y presuntuosa esconde un alma sensible, bondadosa e inteligente que lucha por mantener su personalidad y su integridad artística en el contexto de un mundo, el siglo XIX, todavía incapaz de ver hasta qué punto está avanzada su pintura, la misma que con su marinas tempestuosas de cielos borrascosos está ya diluyendo las formas en beneficio de la luz y el color en sí mismos considerados, llamando a gritos al impresionismo. La lucha de Turner contra el canon pictórico de su tiempo, es una dura y mordaz digresión sobre la pedantería que envuelve al denominado mundo del arte, mostrando como un entorno plagado de imbéciles que se llenan la boca de elevados conceptos intelectuales en su afán de clasificar el insondable misterio de la creación artística. El film es una brillante exposición sobre todo ello.
Antonio Morales
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