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Venezuela Venezuela · Maracaibo
Voto de bucefalo:
10
Drama El preso político Lu Yanshi es liberado cuando termina la Revolución cultural. Cuando regresa a casa, descubre que su esposa sufre de amnesia; no lo reconoce y continúa esperando el retorno de su esposo sin darse cuenta de que está a su lado. (FILMAFFINITY)
6 de octubre de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran Mao, el artífice de la China comunista, fue también un gran felón. Su Revolución Cultural (1966-1976), una maquina de adoctrinamiento desde el terror, trajo la desolación a su propia sociedad. Aún hoy, China es una sociedad cerrada en términos de pluralismo intelectual. Y a pesar de todo, hay directores como Zhang Yimou, que desde una posición “comedida”, trata de recrear esa inmisericorde tragedia en términos de una cotidianidad devastada. Prohibido olvidar es el mensaje de REGRESO A CASA, prohibido olvidar la locura de una desgracia sociológica cuyas víctimas lo fueron por el pecado de contravenir la voluntad de un poder que aplasta, humilla y asesina a sus dirigidos. En la sociedad china lo que hubo en esa era revolucionaria fueron hormigas aplastadas por langostas. El experimento ideológico terminó muy mal para convertir al paradigma revolucionario lo opuesto a su pretendida aspiración emancipadora. Detrás de la revolución viene la desilusión. Una pareja de maestros, sencillos y dignos, son separados por 20 años de presidio y 1000 años de humillaciones; cuando ocurre el inesperado reencuentro “feliz”, éste será abolido por unas circunstancias funestas, como ocurre en la mayor parte de la vida de las personas. Lo que más sorprende es la abnegación del esposo; su paciencia infinita sostenida por un amor inhumano; y luego, la esposa, que para poder sobrevivir en el dolor total, su organismo y mente le hacen borrar esos traumáticos recuerdos. REGRESO A CASA te deja un sabor agridulce, porque acostumbrados a la venganza occidental para saldar las deudas que acumulan nuestros rencores, aquí lo que hay es una parsimoniosa resignación a la maldad. Esa sabiduría asiática para lidiar contra el odio humano ha querido ser emulada por el perdón cristiano, sólo que éste último, es más retórico que real. La sabiduría de Zhang Yimou va en otra dirección y se soporta en los códigos milenarios orientales cuyo lenguaje es extraño para nosotros. La sociedad china, lleva en sus entrañas, de manera silenciosa, una urgente necesidad de un tratamiento terapéutico colectivo para lidiar con un pasado de oprobio en donde sus víctimas requieren algún tipo de justicia y reparación. Zhang Yimou, sin estridencias, apunta en esa dirección.
bucefalo
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