Guau. Genial película de zombis (género que me encanta) en las que se añaden temas existenciales tan complicados como el si merece la pena que el hombre (y la mujer, claro) sea salvado. Complicado, que no nuevo, conste. Porque, admitámoslo, nosotros mismo podemos ser todo lo egoistas y crueles que queramos, sin necesidad de haber muerto y renacido previamente para ello.
El chico de la cámara nunca hace nada. Parece un vago, un cobarde y un egoista, hasta que al final dice algo así como: "¿merece la pena vivir en un mundo así?", y es verdad. Siempre me había preguntado (aviso de frikez) como me comportaría yo mismo si amaneciera rodeado de zombies. Siempre pensé que mis opciones estaban entre vivir como un cobarde, morir como un héroe o suicidarme (probablemente prevalecencia entre la segunda y la tercera opción), pero esta película me ha abierto los ojos a una cuarta opción: vivir hasta morir por algo más grande (quizás la opción más alejada de la cobardía al fin y al cabo). No hablo de salvar una vida, sino por lo que es más grande que la vida: la verdad. Ni fama, ni un emotivo funeral, solo la verdad. Y, ¿quién sabe?, quizás hasta sirviera a alguien.
La figura del profesor me encantó, el tipo de persona que vive porque no tiene nada mejor que hacer en la vida, y en cuanto a "la chica", los soldados malvados y los panteras negras del supermercado... bueno, digamos que ahí se quedó mi 10.
Por último, nunca antes había contemplado la idea de poder convertirte en zombie sin que te mordieran. reconozco que es nuevo para mí (aunque a lo mejor si hubiera visto alguna otra película de Romero cambiaría de idea).
Conclusión: merece mucho la pena, por supuesto.