La avaricia rompe el saco; esto es lo que le ha pasado al señor Pfister. Empieza su película con una idea prometedora, pero conforme va avanzando, añade múltiples planteamientos y poderes al personaje, que son inverosímiles, como extenderse a toda la faz de la Tierra mediante sus elementos agua, aire, tierra..., y al final, materializarse en persona.
Conforme avanzaba el tema, mi puntuación iba bajando, hasta llegar a los dos puntos que le he dado, porque aquí se valora el resultado de una película, no, si eres novato o es tu primera obra. De las críticas se aprende.
Hasta la mitad del film, todo va más o menos bien, pero a partir de la instalación en el desierto de todo el maremagnum de proyectos científicos, hay una locura sin justificación en todo lo que presenta: decenas de personas que acuden para ser curadas, y de paso, se convierten en ciberzombies; centenares de urnas incubando nuevos seres con no sé cuáles capacidades; el poder que en burbujas sube de la tierra, para crear o destruirlo todo. Cosas sin sentido, la filosofía del todo vale, con el gancho engañoso de actores consagrados, y con muchos millones de dólares de por medio.
Aguanté viendo la película hasta el final, con la esperanza de que se arreglara en algo, pero como no podía ser de otra manera, tuvo un desenlace inconcebible, que no encajaba con los inmensos poderes que tenía el protagonista. Si hubiesen mandado a la pareja a otro Universo, hubiese quedado mejor.
En fín, un bodrio con todas las de la ley. Una pérdida de tiempo el verla.