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Voto de Vivoleyendo:
7
Drama. Intriga En 1913, en vísperas de la Gran Guerra (1914-1918), extraños acontecimientos, que poco a poco toman carácter de castigo ritual, se dan cita en un pequeño pueblo protestante del norte de Alemania. Los niños y adolescentes del coro del colegio y de la iglesia dirigido por el maestro, sus familias, el barón, el encargado, el médico, la comadrona, y los granjeros conforman una historia que reflexiona sobre los orígenes del nazismo en ... [+]
29 de abril de 2010
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Haneke sugiere. Presenta los cimientos, las vigas, pero deja lo que queda de la construcción a la intuición de quien observa desde fuera.
Yo no sé si aquí se esboza la génesis del fascismo, que así será. Pero no es eso lo que me llama la atención, y de hecho no se me ha venido a la mente la palabra “fascismo” ni una sola vez. No he entrado en ideologías políticas, sino que he escarbado, o al menos lo he intentado, un poco más abajo, fuera de esas categorizaciones. Me han interesado más los mecanismos de la monstruosidad que son los que dan lugar a la cultura de la maldad encubierta tras una máscara de normalidad.
Lo que me ha llamado la atención ha sido la ponzoña estancada y fermentada en una villa que, detrás de su aparente sosiego, podría mustiar el bosque más frondoso con un único soplo de su aliento pútrido.
Adultos que predican la palabra de Dios con tal frialdad de corazón que la sangre se enfría. La crueldad de la vara en manos de progenitores para quienes la máxima expresión del amor paterno consiste en matar todo atisbo de natural expansión infantil y juvenil. Mentes enfermas que ven pecado en todas partes y que ignoran que los peores son los que torturan a los demás en nombre de la pureza. Niños de rostro de ángel y alma tal vez lastimada hasta un punto irreversible, que buscan su manera de rebelarse contra la insana maldad que se aspira con el viento.
Monstruosidades de las que ocurren a puerta cerrada o en la complicidad de los árboles mudos, con la garantía de los labios sellados y de la mentira que acecha detrás de los espejos de unos ojos inescrutables.
El germen del odio está servido en bandeja. Uno no elige dónde nace ni quiénes se hacen cargo de su cuidado cuando se está indefenso y necesitado de protección y afecto. Y si ocurre que quienes deberían amarnos y criarnos para ser libres basan sus atenciones y su responsabilidad en la severidad obsesiva, el abuso y la tortura tanto físicos como psicológicos, sin escatimar en crueldad, cerrando a cal y canto la expresión de las emociones que más importan (el amor, la comunicación fluida y la confianza), entonces quién sabe en qué engendros rabiosos podemos devenir.
Devolvemos lo que recibimos.
Haneke dirige el foco a una pequeña comunidad que ahoga como si se estuviera encerrado en una habitación hermética. Una atmósfera gélida y cortante envuelve, sólo entibiada por la débilmente esperanzadora presencia del maestro y de su inocente enamorada. También por el gesto generoso de un pequeño que cree que con su dulce regalo podrá arreglar unos daños que él no ha provocado. O quizás también por los labios que aún son demasiado jóvenes para haber aprendido a mentir, callar y encubrir.
Cuando el mal lo tenemos dentro de casa… Puede que sea lo más terrible del mundo.
Sobre todo si tiene la apariencia de una cinta blanca.
Vivoleyendo
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