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Voto de Vivoleyendo:
1
Intriga. Comedia. Drama En el verano de 1694, el señor Neville, un ambicioso y prometedor dibujante, visita la mansión del señor Herbert, en Compton Anstey (Wiltshire). La mujer del anfitrión le encarga doce dibujos de la casa con el foso y los exquisitos jardines. Sin embargo, Neville se verá envuelto en una intriga doméstica que lo convertirá en sospechoso de adulterio y algunas cosas más. (FILMAFFINITY)
6 de marzo de 2010
22 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Será que no me ha pillado muy fina. O será que no estoy hecha para este tipo de cine pomposo y hueco.
Un banal retrato de una época frívola en las corrientes europeas. El siglo XVII, una moda amanerada, pelucas empolvadas, vestimentas recargadas, modales estirados y altaneros, diálogos rimbombantes que imagino deben de ser muy inteligentes e ingeniosos, pero que a mí se me hacen más soporíferos que escuchar las mentiras de los políticos de turno (que ya es difícil).
Un dibujante, Mr. Neville, muy sobrado de sí mismo, contratado por una aristocrática dama, muy refinados ellos, que pactan unos términos que consisten sobre todo en que el chuloplayas de Mr. Neville realizará dibujos de la propiedad de los Herbert a cambio de dinero, hospitalidad y sexo (la dama tiene un maridito que no le da caña en la intimidad, pero de todas maneras ella no tiene chicha ni limoná).
Todo más frío que sentarse en un W.C. de acero. Él se trajina a la ilustre dama (a ella no le hace mucha gracia esta cláusula, aunque el pimpollo es joven y no está mal), mientras los dos hablan sin parar, muy elegantemente, como si en lugar de estar fornicando estuvieran sentados en una biblioteca, reflexionando sobre los grandes pensadores universales o algo por el estilo.
Y los días pasan, el pimpollo es un maniático compulsivo de cuyos dibujos, muy bonitos, acabas harto. Y todos los atardeceres se cobra el precio en carne, aparte de los otros beneficios: comida, cama y repantigarse como le da la gana.
Y el contrato se va ampliando. Nuevas cláusulas se van añadiendo... Y de por medio un crimen que, dicho sea de paso, no me interesa en absoluto ni me despierta la menor intriga.
Digo yo que todo esto será una mordaz representación de un período en Gran Bretaña, claramente influenciado por aquellas oleadas de ostentación, excesos, vanidad e hipócrita mezcla de puritanismo y moral relajada que ni siquiera se recata demasiado. A lo mejor Greenaway hace una crítica solapada y muy artística, pretendidamente superficial. Pero, aunque así fuera… Me importa un pimiento.
Para mí, una película de lo más repelente.
Vivoleyendo
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