Los que se decantan por la ciencia, consideran las auroras boreales un fenómeno cósmico producido cuando las partículas subatómicas procedentes del sol entran en interacción con el campo magnético de la Tierra, liberando energía, una parte de la cual es visible para el ojo humano. Por eso en ciertas latitudes extremas se pueden observar dichas reacciones lumínicas, bellísimas y espectaculares.
Y habrá quienes prefieran otras interpretaciones más místicas y menos científicas. Como que las auroras son puertas al cielo o fenómenos provocados por los dioses.
Uno puede elegir lo que mejor vaya con su talante, sus creencias o su visión de las cosas.
O no. No siempre se puede elegir. A veces no te lo permiten. Te imponen, a base de lavados de cerebro, una perspectiva única que es la que dicta toda tu vida. Eso hacen las sectas de cualquier clase, escondiendo, bajo palabras rimbombantes y rituales borreguiles de salvación eterna, propósitos de lucro, de abusos y de poder. Captan seguidores de voluntad débil, que necesitan creer en algo firme y seguir a un líder “espiritual”. Y, cuando se han asegurado un dominio absoluto, campan aterradoramente a sus anchas entre todos esos corderitos a los que pueden manejar a su antojo. Y, para asegurarse su continuidad y prevenir brechas, establecen pactos de secretismo y hermetismo que nadie del grupo debe incumplir si no quieren someterse a la pena de condenación eterna o, más probablemente, de correctivos menos divinos y sí más materiales, como acabar desterrado (en los casos más suaves), o despanzurrado en un callejón o torturado hasta la muerte (en los casos más expeditivos). En fin, no soy una gran conocedora de esos temas, pero puedo pillar con bastante precisión los tejemanejes.
Dentro de ese pacto de silencio y clandestinidad, se pueden cometer toda clase de aberraciones y abusos de los que a saber cuántos se quedan callados para siempre y cuántos, muy poquitos, salen a la luz pública.
Rebecka Martinsson pudo escapar a tiempo de la malsana atmósfera de su pueblo natal, encerrado en un ambiente sectario que se fue pudriendo por obra de unos cuantos fanáticos y maníacos que hacían mucho más que rezar.
Pero su pasado llama a su puerta cuando su antigua amiga Sanna la llama con urgencia. Rebecka se involucrará en una trama de crimen y corrupción entre la nieve y bajo el aire glacial y la oscuridad iluminada por las auroras, intentando salvar a dos niñas de las garras del fanatismo y la barbarie.