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9
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Cine negro. Drama
Joe Gillis es un joven escritor de segunda fila que, acosado por sus acreedores, se refugia casualmente en la mansión de Norma Desmond, antigua estrella del cine mudo, que vive fuera de la realidad, acompañada únicamente de su fiel criado Max. A partir de ese momento, la actriz pretende que Joe corrija un guion que ella ha escrito y que va a significar su regreso al cine. (FILMAFFINITY)
20 de febrero de 2008
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amargo drama sobre las estrellas olvidadas que languidecen sobre recuerdos y ruinas. Sobre viejas glorias en su día encumbradas al estrellato y que no asumen que su momento álgido quedó atrás y que se estrellaron en la oscuridad para no regresar.
Con mirada cínica, inmisericorde y cargada de bilis, el maestro Wilder dirigió y colaboró en el guión de la obra más dura y sincera que jamás se haya rodado sobre la cara oculta de la fábrica de los sueños, sobre la zona de sombras de ese mundo fascinante del cine y su sede en uno de los lugares más míticos del planeta: Hollywood y su gigantesca industria cinematográfica.
¿Quién no evoca esa famosísima colina de Los Ángeles con la palabra "HOLLYWOOD" en enormes caracteres blancos? ¿Quién no ha oído hablar de Sunset Boulevard y el Paseo de la Fama con su suelo tapizado de estrellas que ostentan los nombres impresos y las huellas de más de dos millares de actores y actrices? Muchas de las compañías, estudios de rodaje y productoras más importantes del mundillo se encuentran allí, y muchos actores y actrices tienen su residencia por aquella zona. ¿Quién no ha puesto alguna vez sus ojos, a través de la televisión, en el teatro Kodak, el día en que despliegan la alfombra roja por la que una vez al año transitan los rostros más famosos del mundo para la ceremonia de los Óscar? Adorada y odiada, sumida en el delirio que su propia aura provoca, toda la parafernalia de Hollywood está inmersa en un tornado imparable repleto de los más descabellados excesos.
Como centro de todas las miradas, Hollywood se ha encumbrado regalada de sí misma y moviéndose a un ritmo vertiginoso que, como es inevitable, arroja de su caprichoso seno a quienes ya no le interesan, a aquellos que pierden el frenético paso y son abandonados a su suerte. Como una amante superficial y voluble que primero se ilusiona con un vestido nuevo y se deja seducir por el brillo de las joyas, para aburrirse de todo al cabo de un tiempo y salir en busca de nuevas emociones vacías.
"El crepúsculo de los dioses" es un mordaz retrato de la brutal caída, de las veleidades y el desdén de la olvidadiza industria del cine. Nos habla de lo que viene después de la cumbre, del inexorable descenso hacia la oscuridad.
En eso del cine no es oro todo lo que reluce. Detrás de una película hay miles de profesionales que son quienes hacen posible que la obra vea la luz. Desde el director hasta el más anónimo de los extras, desde el productor, el guionista, los actores y el compositor de la banda sonora hasta el más modesto de los técnicos de imagen y sonido, todos contribuyen a que la película sea una realidad.
Con mirada cínica, inmisericorde y cargada de bilis, el maestro Wilder dirigió y colaboró en el guión de la obra más dura y sincera que jamás se haya rodado sobre la cara oculta de la fábrica de los sueños, sobre la zona de sombras de ese mundo fascinante del cine y su sede en uno de los lugares más míticos del planeta: Hollywood y su gigantesca industria cinematográfica.
¿Quién no evoca esa famosísima colina de Los Ángeles con la palabra "HOLLYWOOD" en enormes caracteres blancos? ¿Quién no ha oído hablar de Sunset Boulevard y el Paseo de la Fama con su suelo tapizado de estrellas que ostentan los nombres impresos y las huellas de más de dos millares de actores y actrices? Muchas de las compañías, estudios de rodaje y productoras más importantes del mundillo se encuentran allí, y muchos actores y actrices tienen su residencia por aquella zona. ¿Quién no ha puesto alguna vez sus ojos, a través de la televisión, en el teatro Kodak, el día en que despliegan la alfombra roja por la que una vez al año transitan los rostros más famosos del mundo para la ceremonia de los Óscar? Adorada y odiada, sumida en el delirio que su propia aura provoca, toda la parafernalia de Hollywood está inmersa en un tornado imparable repleto de los más descabellados excesos.
Como centro de todas las miradas, Hollywood se ha encumbrado regalada de sí misma y moviéndose a un ritmo vertiginoso que, como es inevitable, arroja de su caprichoso seno a quienes ya no le interesan, a aquellos que pierden el frenético paso y son abandonados a su suerte. Como una amante superficial y voluble que primero se ilusiona con un vestido nuevo y se deja seducir por el brillo de las joyas, para aburrirse de todo al cabo de un tiempo y salir en busca de nuevas emociones vacías.
"El crepúsculo de los dioses" es un mordaz retrato de la brutal caída, de las veleidades y el desdén de la olvidadiza industria del cine. Nos habla de lo que viene después de la cumbre, del inexorable descenso hacia la oscuridad.
En eso del cine no es oro todo lo que reluce. Detrás de una película hay miles de profesionales que son quienes hacen posible que la obra vea la luz. Desde el director hasta el más anónimo de los extras, desde el productor, el guionista, los actores y el compositor de la banda sonora hasta el más modesto de los técnicos de imagen y sonido, todos contribuyen a que la película sea una realidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Por supuesto, dicha industria mueve a miles y miles de personas, muchas de las cuales sueñan con triunfar. Pero, como todo en este mundo, la suerte sólo favorece a unos pocos privilegiados, y la mayoría ha de conformarse con la mediocridad y el anonimato. Y ni siquiera los pocos afortunados pueden dormirse en los laureles, pues la rueda de la fortuna gira despiadadamente y quien un día está en la cima, al siguiente puede sufrir el más duro de los batacazos.
Así, tenemos a Joe Gillis, un guionista venido a menos que se encuentra en una desesperada situación de apuros económicos, y cuya única salida sería volver con el rabo entre las piernas a su tierra natal y hundirse en una existencia más estable que la que lleva en Los Ángeles, pero, por descontado, mucho más gris. En medio de este dilema, por los azares del destino va a parar a la decrépita pero aún hermosa mansión de una actriz madura que fue una gran estrella en tiempos del cine mudo, y que ahora languidece en la soledad de su voluntario encierro en su jaula de oro. Su psicosis le impide aceptar la realidad de que hace mucho tiempo que los focos y las cámaras de los glamourosos platós y estudios de rodaje dejaron de fijarse en ella, y que ya ningún director la reclama. Terriblemente sola y enajenada, se aferrará al consuelo de la compañía de Joe, el cual a su lado ve la oportunidad de salir de la pobreza. Pero se irá sintiendo asfixiado por la deprimente atmósfera que rodea a Norma Desmond, la ex-actriz que, con un patetismo desgarrador y agobiante, se niega a admitir que ya no es el centro del mundo. Egocéntrica, déspota, presumida y obsesiva, no concibe otra vida que la que llevó en un pasado fugaz y de la que sólo quedan cenizas.
Excelente análisis sobre el estancamiento en el pasado y el trauma provocado por la crudeza de una caída tan dolorosa que nunca se supera.
Así, tenemos a Joe Gillis, un guionista venido a menos que se encuentra en una desesperada situación de apuros económicos, y cuya única salida sería volver con el rabo entre las piernas a su tierra natal y hundirse en una existencia más estable que la que lleva en Los Ángeles, pero, por descontado, mucho más gris. En medio de este dilema, por los azares del destino va a parar a la decrépita pero aún hermosa mansión de una actriz madura que fue una gran estrella en tiempos del cine mudo, y que ahora languidece en la soledad de su voluntario encierro en su jaula de oro. Su psicosis le impide aceptar la realidad de que hace mucho tiempo que los focos y las cámaras de los glamourosos platós y estudios de rodaje dejaron de fijarse en ella, y que ya ningún director la reclama. Terriblemente sola y enajenada, se aferrará al consuelo de la compañía de Joe, el cual a su lado ve la oportunidad de salir de la pobreza. Pero se irá sintiendo asfixiado por la deprimente atmósfera que rodea a Norma Desmond, la ex-actriz que, con un patetismo desgarrador y agobiante, se niega a admitir que ya no es el centro del mundo. Egocéntrica, déspota, presumida y obsesiva, no concibe otra vida que la que llevó en un pasado fugaz y de la que sólo quedan cenizas.
Excelente análisis sobre el estancamiento en el pasado y el trauma provocado por la crudeza de una caída tan dolorosa que nunca se supera.